Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Uno de los daños colaterales del golpe de la banda de los Rolex y el Ferrari es que se ha calificado a estos comisionistas de empresarios. Y no. Estos oportunistas se llevaron un botín de seis millones de dólares del sobreprecio que el Ayuntamiento de Madrid pagó por material defectuoso de protección contra el Covid. Un español con un salario medio necesitaría trabajar durante 125 años para ganar en cuatro vidas lo que cada uno de estos sujetos se llevó con cuatro llamadas de teléfono o mensajes de WhatsApp.

Ser empresario, pequeño, mediano o grande, es una cosa bien distinta. Para empezar, arriesga su patrimonio, como hicieron José Moya y Concha Yoldi en 1994 cuando Persán estaba al borde de la quiebra, sin garantía de que esa industria sevillana se iba a convertir en un líder europeo del detergente. A veces se malogra la inversión y tienen que volver a intentarlo, como cuenta orgulloso Francisco Martínez Cosentino: se arruinó tres veces, le cortaron el teléfono, la luz, el agua, la Visa... y no se rindió jamás hasta que consiguió un éxito mundial desde Almería con su empresa de piedra artificial y natural.

Un empresario apuesta por crear cosas nuevas, en materiales, diseño, en fórmulas comerciales con tiendas propias o franquicias, como Rafael Domínguez de Gor, que ha fundado desde Málaga Mayoral, un imperio de moda infantil líder incluso en Italia, a base de talento ¡y de trabajar de quince a 20 horas diarias! Una empresa es también continuidad en el tiempo y diversificación, como Osborne, que después de seis generaciones es desde El Puerto de Santa María una de las cien empresas vivas más antiguas del mundo y la segunda de España.

Pero no hace falta fijarse sólo en multinacionales de éxito. Empresaria es la familia que tiene un pequeño bar en el barrio, abierto desde temprano por la mañana hasta la noche, un día sí y otro también. O el camionero que tiene un vehículo y se desvive por conseguir portes y retornos para sacarse un sueldo y pagar las letras del camión. Empresarios son nuestro librero, la peluquería a la que vamos, el taller del coche o la tienda de comestibles, que se las ingenian para sacar un beneficio del 5, del 10 o del 15% de su facturación a merced de los tipos de interés de su deuda, las cotizaciones sociales, la fluctuación del mercado de materias primas o del precio del alquiler, la electricidad y los combustibles.

Así que, por favor, no llamen empresarios a unos estraperlistas cuya profesión es la charlatanería o el oficio de ser guapo y famoso. Un asunto, el de la fama del papel cuché, que es una minería en el vacío. Son famosos porque salen en las revistas y salen en las revistas porque son famosos. Los empresarios crean riqueza y empleo; son una cosa mucho más seria que aparecer en el Hola o en Sálvame.

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