DESPUÉS de la tormenta que se levantó tras el partido en Salamanca, hubo un cambio de funcionamiento dentro del cuerpo técnico del Cádiz. Existía la incertidumbre de conocer cuáles serían los elegidos para componer el once, cuestión que creaba expectación en los medios de comunicación. Se llegaban a realizar auténticas quinielas para acertar el equipo titular, teniendo los propios integrantes del plantel amarillo, seguramente, las mismas inquietudes.

La pasada semana se tomó la decisión de mostrar las cartas boca arriba. Se realizaron todos los entrenamientos a puerta abierta, se disputó el tradicional partidillo de los jueves frente a un equipo de la cantera y las estrategia lógicas que se realizan para intentar sorprender al rival se efectuaron de puertas para adentro. Creo que esto sirvió para que los titulares llegaran más confiados, más concentrados y más respaldados al momento del partido.

Cuando las cosas no van bien en un equipo, los suplentes se creen con muchos más derechos para cambiar su situación porque se estrecha el rendimiento que están dando unos y otros. Otra buena acción que se vio fue el volver al tradicional sistema que dio tan buenos rendimientos en las temporadas de Jose y Espárrago, aceptando las variantes que puedan desarrollar al cambiar el estilos de juego de Lucas Lobos por el de Natalio y cambiar la denominación de enganche que tenía el argentino, por la de segunda punta que se le ha otorgado al valenciano. Esto hace que los de Calderón desarrollen un estilo propio de juego y que no se juegue en función del rival. Siempre es más saludable deportivamente.