El coronavirus de Sánchez

El primer síntoma es la amnesia. Un día dice una cosa y al siguiente la contraria, pero nunca recuerda nada

Hay una gran alarma internacional ante este coronavirus. No me refiero al de Wuhan, donde siguen tomando medidas para encerrar a unos 20 millones de chinos, sino al coronavirus de Sánchez, que puede certificar la defunción de un país con más de 46,6 millones de habitantes. Sus efectos son perniciosos y está causando estragos. El foco inicial parece que fue detectado en el Palacio de la Moncloa, donde un gurú llamado Iván Redondo estaba haciendo cosas raras para ganar las elecciones, y su invento se le fue de las manos. El primer síntoma del coronavirus de Sánchez es la amnesia. Un día dice una cosa y al siguiente dice la contraria, pero nunca recuerda que dijera nada.

Al parecer, el coronavirus se debe haber transmitido en el Consejo de Ministros, quizá por la aglomeración. Son demasiados para tan poca mesa. Hay ministros, como José Luis Ábalos, que ya se han contagiado, y un día dice que no se ha entrevistado con la vicepresidenta de Venezuela, y después reconoce que la vio en el aeropuerto de Barajas, pero por casualidad, tras subirse a un avión cuando pasaba por allí. Esta señora, Delcy Rodríguez, es la mano derecha de Maduro (o será la izquierda, no lo tengo claro) y no la dejaban bajar del avión, como si llegara desde Wuhan. En el resto de Europa no la quieren ver. Mientras Pedro Sánchez no quiere ver a Juan Guaidó, y Donald Trump no quiere ver a Pedro Sánchez. Cada cual tiene sus temores, ante tantos virus como circulan por ahí. En algunos hospitales afectan al sistema informático. La Marea Blanca protesta, con razón.

El coronavirus de Sánchez convierte al político en mentiroso, en menos tiempo que canta un gallo en la España vaciada. Hay muchos temores por la reunión con Quim Torra, que podría mutar el coronavirus hasta dejarlo irreconocible y sin vacunas. Otro síntoma es la alergia a Vox. Sufren pesadillas, en las que aparecen Santiago Abascal a caballo y Rocío Monasterio construyendo chalés para ricos. Al despertarse, imaginan que les han robado el pin y que los niños son del repartidor.

Alcaldes como Juan Espadas en Sevilla y Kichi en Cádiz, que avisaron de que no se presentarían a la reelección en 2023, ya se lo están pensando. Es un indicio de que también se podrían haber contagiado con el coronavirus de Sánchez. A lo mejor se debería establecer por decreto que las ministras y ministros no salgan de la Moncloa inclusiva, porque si van de gira a provincias la epidemia se propagará, y España será un país de mentirosos.

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