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Editorial

El control del gasto es tarea de todos

EL presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, ha pedido al gobernador del Banco de España respeto y confianza en las comunidades autónomas, en justa correspondencia a la confianza y el respeto que le profesan las comunidades como regulador máximo del sistema financiero español. La réplica se ha producido a raíz de las bruscas manifestaciones de Miguel Ángel Fernández Ordóñez en el Congreso criticando a las autonomías y los ayuntamientos por su incapacidad para reducir el déficit público y demandando al Gobierno de la nación que imponga a ambas administraciones un control estricto, incluso mediante ley, del gasto que realizan. Fernández Ordóñez, que suele acertar en sus diagnósticos y marca caminos de política económica que termina por recorrer el Gobierno un tiempo después, ha hecho una acusación indiscriminada y, por eso mismo, injusta. No todas las comunidades autónomas han alcanzado niveles de endeudamiento peligrosos y, al contrario, es general el esfuerzo de los últimos presupuestos autonómicos por racionalizar el gasto público. Hay un dato que no puede olvidarse, y menos si se ocupa el cargo de gobernador del Banco de España: los mayores capítulos de gasto de los gobiernos regionales se producen para hacer frente a competencias de notable valor social que les han sido transferidas (sanidad, educación, dependencia), y esta situación sólo puede cambiarse si se remodela el Estado autonómico y planteándolo en el ámbito institucional adecuado, que son las Cortes Generales. No puede hacerse, ni debe, por una hipotética decisión del Gobierno central que, de otro lado, no va a producirse, según han avisado varios portavoces del Ejecutivo. Distinto es que las comunidades autónomas y los ayuntamientos han incurrido en los últimos años en gastos suntuosos y superfluos, han duplicado organismos o se han embarcado en aventuras económicas que han desestabilizado sus cuentas. En este apartado Fernández Ordóñez no deja de tener razón, aunque lo haya expresado mal y a destiempo. Sin respeto y con desconfianza, como le ha respondido Griñán.

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