Línea de fondo

manolo / fossati

El comprensivo aficionado

SE aprovechan de nosotros, los clubs de fútbol se aprovechan de nuestra fidelidad y del hecho demostrado e incomprensible de que nunca dejaremos de sufrir por sus desvelos y alegrarnos con sus alegrías por más que nos defrauden. Saben que lo soportamos todo, y por eso el Real Madrid se permitió hace un mes prescindir de un talento como Ozil, sin miedo a las consecuencias del disgusto que podía provocar tan ¿incompresible? decisión.

Yo me dije a mí mismo al leer la noticia "a partir de ahora rompo relaciones con el Madrid" y repetí eso que los aficionados son capaces de decir de su equipo en los momentos de rabia: "Me alegraría de que lo perdiera todo". Mentira, gran mentira. Nadie (normal) se alegra de que pierda su equipo. El hincha, el partidario, el fan, se aferra a su grupo aunque se descubra que la directiva ha amañado partidos o los jugadores se dejaron comprar en pleno para perder un partido; aunque su presidente sea encarcelado por corrupción, ya sea de dinero o de menores; aunque su entrenador meta el dedo en el ojo a otro o falte al respeto a todos sus colegas; aunque su máxima estrella haga proclamas de que es el más guapo o defraude millones a Hacienda; aunque lo elimine de la Copa un equipo de Tercera; aunque lleve años sin acercarse a la cabeza de la Liga o temporadas moviéndose al borde o incluso cayendo en el abismo.

Y eso, si hablamos de los partidarios de los equipos grandes. Si pensamos en "los hinchas de cuadros chicos" como dicen en Uruguay, esos lo aguantan todo; como cantaba el Canario Luna, "si la razón los discute, discuten con la razón" . La razón dice que soltar a Mesut Ozil es de irracionales, y sin embargo, al madridista se le olvidará todo (de hecho ya se le ha olvidado) si por casualidad un día Gareth Bale llega a jugar y mete uno o dos goles al Barcelona, o ya puestos, al Atlético de Madrid, el nuevo rival.

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