Polémica Cinco euros al turismo por entrar en Venecia: una tasa muy alejada de la situación actual en Cádiz

La semana

José A. Hidalgo

jahidalgo@diariodecadiz.es

La ciudad de las personas

La peatonalización ha favorecido a muchas grandes ciudades donde la convivencia ha mejorado

A los ochenta años de edad Jan Gehl utilizaba su bicicleta para moverse por la ciudad de Copenhague. No era de extrañar. Primero porque la capital danesa era y es uno de los grandes ejemplos mundiales en sostenibilidad. Y, sobre todo, porque Gehl, de profesión urbanista, ha sido uno de los grandes promotores del uso de las ciudades por parte de sus propios ciudadanos. Su sello está en grandes capitales como Moscú, Melbourne o Shangai, donde elaboró planes para eliminar o reducir el impacto del tráfico rodado de sus centros históricas. Operaciones en su mayoría que se anunciaban como complicadas, utópicas incluso, y que ahora se asumen como esenciales para la recuperación de la vida urbana en estas poblaciones. Y como en ellas, en muchas partes más del mundo. En lugares con un amplio legado histórico, referentes culturales y también comerciales y económicos, donde se ha trabajado para dejar el coche en un segundo plano en favor del transporte público, de los medios de comunicación limpios (las bicicletas) y, sobre todo, en favor de que los peatones recuperen unas calles que, en su día, fueron de ellos.

No hay que viajar a la Europa más civilizada ni a las ciudades asiáticas más potentes para vivir esta experiencia. A cien kilómetros de distancia tenemos apuestas tan decididas por la sostenibilidad como Sevilla, uno de los referentes mundiales en materia de instalación del carril bici y en la peatonalización de su centro histórico (nadie se imagina hoy un coche circulando por la avenida de la Constitución). Oviedo, Vitoria, también son ejemplos a seguir. Ciudades que han crecido en todos los aspectos, y sobre todo en la convivencia social, cuando sus rectores han apostado por hacer de las calles un lugar donde vivir.

En Cádiz, y en menor medida en otras grandes ciudades de la provincia, estamos inmersos, a nuestra manera, con nuestros escasos recursos y con los temores habituales en nuestros políticos, en un plan para peatonalizar más calles y dar espacio protegido a las bicicletas. Una operación de calado a la que a algunos asusta e, incluso, indigna, olvidando que hace unos años los coches eran los amos de Ancha, Columela, Compañía, Catedral, San Juan de Dios..., lo mismo que lo eran en otras localidades gaditanas. Y hoy son calles para las gentes. Incluso los comerciantes, siempre reacios a determinados cambios, piden hoy menos coches porque saben que así se anima a la gente a pasear y a consumir.

Es todo un proceso complicado, es cierto. No podemos cortar por lo sano y poner un muro a quienes necesitan por fuerza el coche privado. Sí buscar alternativas de estacionamiento y potenciar el transporte público. Hasta que descubran la bondad de las nuevas medidas. Como media Europa.

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