NO hace mucho, con ocasión de la celebración en todo el planeta del Día del Dolor, un día en el que se pretende la concienciación de los ciudadanos y los gobernantes frente al sufrimiento que supone padecer dolor, se presentó a los medios de comunicación un traje, más bien una especie de chaqueta, que una vez colocado y ajustado al cuerpo reproduce mediante un sofisticado sistema automático de presión las sensaciones que sufre un paciente con dolor. A este traje se le denominó "el traje del dolor". El sistema en sí, es un ejercicio físico y también mental ideado para que quienes afortunadamente no sufren dolor, puedan por unos minutos sentir lo que siente un paciente con dolor. Lógicamente, es solo una aproximación, el dolor crónico, el que te acompaña mañana, tarde y noche es mucho más grave de lo que ese sofisticado sistema de imitación reproduce. Pero inventos como este pueden mover voluntades, que es de lo que se trata. Ponerse en el lugar de los demás enseña mucho. Hace unos días, un día lluvioso en Cádiz y con viento racheado, tomé el autobús y me encontré en su interior con una persona conocida que, debido a una enfermedad neurodegenerativa, tiene limitados sus movimientos, pero no su inteligencia. Mi conocido se desplazaba en una moto especial y llevaba casualmente en el volante un paquete que contenía unos zapatos que había comprado para su hijo. Fuimos charlando durante todo el trayecto sobre cosas que ocurren en Cádiz, todas ellas de gran actualidad de cara a las elecciones: el traslado de la aduana, el nuevo hospital, etc. Todas, cosas bastante trascendentes (?). Al llegar al final de nuestro trayecto, el autobús desplegó una rampa especial para que la moto pudiera descender. Todo muy acertado, pero lamentablemente solo fue una ilusión transitoria. Al tocar el suelo, todo fueron problemas. Bordillos demasiado altos, coches muy mal aparcados, escaleras de viviendas invadiendo la acera, suelo sucio y resbaladizo. Todo un mundo de dificultades para una persona minusválida. Dejé a mi conocido a las puertas de un garaje y continué mi camino. Me dio que pensar que Cádiz es una ciudad muy limitada. Tomad nota Martínez y Rubalcaba.