Una ciudad con otro estilo

Detrás de Antonio Ardón y Pedro Hidalgo, tan diferentes, está el nexo común de un Cádiz que se nos pierde

En los últimos días han fallecido dos personajes gaditanos que no tenían nada que ver entre ellos por sus profesiones, pero sí por su concepto del trabajo. Antonio Ardón era el mejor diseñador de moda gaditano de los últimos años. Pedro Hidalgo mantenía un establecimiento en la plaza de la Catedral que consiguió convertir las empanadas en obras de arte, además de aunar las dos raíces norteñas de lo gaditano: la montañesa (que era la suya verdadera) y la gallega (que supo adaptar). Detrás de Antonio Ardón y de Pedro Hidalgo, tan diferentes, está el nexo común de un Cádiz que se pierde: el del comercio local construido de abajo arriba para crear una singularidad propia. Personas que empezaron con modestia y que supieron triunfar.

Había una ciudad en la que ser del comercio gaditano era como un símbolo y una tarjeta de identidad. En algunas esquelas del Diario podíamos leer: Don Francisco Pérez García/ Del Comercio. Ser un comerciante marcaba carácter, y podía abarcar desde un negocio próspero hasta una tiendecita para sobrevivir. Muchas de esas personas crecieron desde abajo: de pinche de cocina a propietario de restaurante, de botones a hotelero, de dependiente a abrir un comercio de moda para señoras y caballeros.

Antonio Ardón consiguió el éxito profesional, pero renunció a muchas cosas en la vida por ser siempre fiel a sus principios. Entre ellos el de no irse de Cádiz, cuando le tentaron con un traslado a Madrid. Valerio Lazarov, en sus tiempos de Telecinco, se lo propuso en varias ocasiones, pero él prefería viajar y volver a Cádiz. Es sabido que diseñó para Rocío Jurado, con la que mantuvo una gran amistad, así como con Ortega Cano. Pero también trabajó para Carmen Sevilla, Rocío Dúrcal, María Jiménez y otras artistas. Su gran debilidad era Sara Montiel, a la que admiraba por su vital forma de ser. Y todo desde Cádiz. Y colaborando con generosidad cuando se lo pedían. Sus desfiles de moda benéficos para la Asociación de Reyes Magos eran un acto clásico de la sociedad gaditana. Cuando la había.

Clásico ha llegado a ser el establecimiento de Pedro Hidalgo frente a la Catedral, donde no sólo vendía empanadas. Horno, pastelería y mucho más, con huellas de un pasado de ultramarinos. Era como una tienda de montañés, con estilo propio. Fue nombrado Hijo Predilecto, pero sobre todo era una persona integrada en el sentir de la ciudad, como otros que se nos fueron.

Las ciudades por sí no cambian, las construyen y destruyen sus habitantes. Cuando se pierde un estilo, la ciudad se resiente.

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