España afronta por primera vez la formación de un gobierno de coalición. El estupor patrio debe sonarle a risa, por ejemplo, a los italianos, acostumbrados a batallar con ejecutivos de distintas sensibilidades. O a buena parte de Europa, donde las mayorías absolutas no son habituales y las urnas obligan a los políticos, lo que aquí parece un pecado, a hacer política, a parlamentar en el Parlamento y a llegar a un acuerdo de mínimos que permita, con los lógicos sobresaltos de cada legislatura, que un país eche a andar. Toda esa normalidad tan europea se ha convertido en España en un ataque ruin y poco democrático hacia el nuevo gobierno. Ni los protocolarios cien días se conceden a este ejecutivo que, como todos, puede hacerlo bien, regular, mal o rematadamente mal. Ya se encargarán las urnas, cuando toquen, de juzgar el acierto o desacierto de la coalición. Igual que pasará con el gobierno andaluz nacido de otro pacto similar.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios