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MONSTRUOS. Así titulé este Envío hace casi exactamente un año, cuando me unía a la denuncia de las actividades de las clínicas abortistas del doctor Morín, desveladas por un reportaje de la televisión danesa que impactó en toda Europa aunque, por supuesto, no ha sido emitido en España. Aquel reportaje estremecedor dio paso a la querella ante un juzgado barcelonés de E-Cristians contra Carlos Morín, la cual ha desencadenado la detención de este sujeto por la Guardia Civil, junto con otros colaboradores. Parece que por fin se ha empezado a investigar de verdad la situación que ha hecho de Barcelona una de las mecas del aborto, aunque no sea un secreto para nadie que los criminales que se enriquecen con esas prácticas actúan en todo el país. Sólo así se explican los más de 100.000 abortos formalmente legales que se realizarán en este año de 2007, de los que más del 90% se cometen en flagrante fraude de ley. La sentencia del tribunal Constitucional, de 11 de abril de 1985, establece que el riesgo físico o psíquico para la madre que autorice la realización de un aborto tiene que ser tan grave que ponga en peligro su vida, y que sólo interrumpiendo el embarazo pueda salvarse a la mujer. Depresiones y otras causas semejantes, normalmente aducidas, no están contempladas, pero ¿sirve para algo la ley en España cuando el poder político no tiene interés en hacerla cumplir?

Claro que el caso de Morín es muy especial. Este personaje, que despachaba al periodista danés que le acusaba de practicar abortos sobre criaturas que eran viables fuera del seno materno con un "usted tiene su moral, yo la mía", fue encarcelado por sus prácticas ya en 1989, y en 2005 la Consellería de Salud de Baleares le cerró la clínica que poseía en Palma. En octubre de 2003 organizó en Barcelona el llamado "Primer Simposio Internacional Multicultural de Salud Reproductiva", cuyo programa, junto a cenas de etiqueta y la acostumbrada parafernalia de las reuniones médicas, preveía la realización en directo de cincuenta interrupciones de embarazo, cinco de ellas sobre mujeres cercanas al sexto mes de gestación. Los abortos se realizaron el día 17, viernes, de cinco a siete de la tarde. Las reiteradas denuncias interpuestas hasta ahora ante la Generalitat y ante el Colegio de Médicos de Barcelona no habían servido de nada, y es que la actitud de las autoridades catalanas ante los sucesivos escándalos no ha sido otra que la de mirar para otro lado o, peor aún, la de obstruir las investigaciones.

Urge reabrir el debate sobre el aborto en España y sobre la aplicación que está teniendo la ley de 1985. Un país que se respetara a sí mismo no debiera tolerar que, con la mayor indiferencia social y la complicidad de los políticos, el aborto sin límites se haya convertido en un gran negocio y en un simple medio de contracepción.

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