El caso Loreto

Loreto es un barrio-símbolo del debate dialéctico entre los dos bloques políticos que capitanean PP y Podemos

No voy a valorar la condena al alcalde de Cádiz, José María González, por el caso Loreto, ya que no es firme y la puede recurrir ante el Tribunal Supremo. Sin embargo, es significativo que la Audiencia Provincial estime que cometió un delito de calumnias, al decir que el anterior gobierno municipal del PP suministró el agua contaminada en Loreto "a sabiendas". En primera instancia, se había considerado que esa afirmación forma parte de la crítica política entre partidos, pero la Audiencia Provincial aprecia lo contrario, y por eso establece una multa al alcalde e indemnizaciones a Teófila Martínez e Ignacio Romaní. El final de la historia está por ver, después del recurso. Pero vuelve a la actualidad un caso que ha sido el más lamentable de los últimos años en Cádiz.

Cuando se habla de populismo, y de sus consecuencias prácticas, el mejor ejemplo que encontramos en la capital gaditana es el agua de Loreto. Se ha escrito mucho sobre ese asunto, y no merece la pena volver a recordar lo que sucedió, que es conocido por todos. Utilizar una circunstancia accidental y desgraciada como si fuera un envenenamiento masivo, revela el alcance de la demagogia cuando se usa como método de acción política. En la vida no vale todo, no se puede manipular a la gente sencilla en unos momentos de alta sensibilidad.

La bronca política del caso Loreto no ocurrió por casualidad, ni por un calentamiento anímico de los protagonistas. Por el contrario, Loreto es un barrio-símbolo del debate dialéctico entre los dos bloques políticos de Cádiz, capitaneados en los últimos años por el PP y por Podemos. Teófila Martínez, en sus mejores años, había conseguido ganar elecciones en Loreto, un barrio vinculado al movimiento vecinal desde el posfranquismo y la Transición. De aquella asociación vecinal habían surgido dirigentes muy vinculados al PSOE, como Luis Pizarro. Era un barrio sociológicamente de izquierda en sus inicios, en el que el PP, cuando gobernó, hizo un notable esfuerzo para mejorar sus deficiencias. El Loreto de hoy no es como el de hace 40 años.

En los últimos años, Podemos ha avanzado en votos en barrios como Loreto. Pero el gran proyecto para transformarlo, que es el de los antiguos depósitos de la Tabacalera, sigue pendiente. El alcalde González no ha conseguido ponerlo en marcha desde 2015. Sólo se ha oído mucha palabrería sobre la Ciudad de la Justicia, que depende de la Junta, y publicaron un supuesto diseño del centro cultural, a financiar por la Edusi.

En la demagogia del agua, había (y hay) un conflicto de poder. Los vecinos no son tontos y conocen la historia de su barrio.

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