La esquina

josé / aguilar

El cambio tranquilo (de IU)

IZQUIERDA Unida ha obrado un prodigio que habitualmente se le niega a los grandes partidos: renovarse estando en el poder. Normalmente los partidos, cuando gobiernan, son reacios a la renovación porque consideran que no hay motivos. Lo malo es que cuando se estancan en la oposición también sus líderes y aparatos se apalancan y se niegan a asumir el fracaso.

A IU de Andalucía su modesto avance en las elecciones de 2012, y la insuficiente victoria del PP, le han servido para conquistar la mayor cota de poder institucional de su historia (vicepresidencia y otras dos consejerías de la Junta) y encarar un proceso de renovación interna que ha sido también el más pacífico de su historia.

El resultado se visualiza en el respaldo al nuevo coordinador regional, Antonio Maíllo, por encima del 80% de los delegados, sólo comparable al del fundacional Anguita. Maíllo está más cerca de los 50 que de los 40 (años). Es un veterano en la coalición, pero no tanto como la vieja guardia paleocomunista ni tan poco como los ambiciosos jóvenes cachorros. Una generación intermedia la suya. A diferencia de unos y otros ha compatibilizado la militancia muy activa con el ejercicio de una profesión (profesor de instituto). Soy de los que creen que esto marca un liderazgo. Para bien.

Sin dejar de ser radical en sus planteamientos ideológicos, tiene un temperamento moderado y un talante dialogante. Le han servido para granjearse el apoyo del grupo de Llamazares y aislar a la ultraizquierda de Sánchez Gordillo y demás compañeros mártires, cuya candidatura alternativa quedó muy por debajo de sus resultados de la asamblea anterior. Gobernará una organización tan complicada como IU formando tripleta con el secretario general del PCA, José M. Mariscal, y el portavoz parlamentario, José A. Castro, y rodeado de un reducido núcleo de su confianza.

La estabilidad alcanzada por IU con el relevo por Valderas por Maíllo significa también la estabilidad del gobierno bipartito en la Junta de Andalucía. El nuevo líder no cuestiona en absoluto el pacto con el PSOE -aunque sabe que ahí está su adversario en las urnas-, acepta cierta autonomía de la Junta en la elaboración de los presupuestos y se ha asegurado el control sobre la candidatura en las elecciones venideras (también en eso reduce la capacidad de presión de Gordillo).

Aparte de eso, ha aceptado esa bobada de coartar los derechos de los creyentes.

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