Muchas veces creemos que lo del cambio climático es una cosa así como teórica y que sólo se ve en grandes cosas, pero sus efectos van llegando ya a la vida cotidiana y tiene consecuencias ya hasta en las ventas, la unidad de medida de los fines de semana en la provincia de Cádiz.

El primer efecto es que con este calor apetece más una piriñaca de atún que un menudo de esos de salsa densa, que son los buenos, los que se clavan en el paladar. Pero es que el cambio climático se ve ya en cosas tan cotidianas como las temporadas de los alimentos. Este año todavía las ventas de la provincia no están pudiendo ofrecer las perseguidas tagarninas esparragás y tampoco los espárragos amargueros, otro prodigio de los campos de Cádiz y que están con arroz mejor que el descubrimiento de América.

Los venteros se quejan de que la falta de lluvia está provocando que estas plantas silvestres, que salen tras las primeras lluvias del otoño, no estén creciendo y por tanto no puedan ofrecerlas en sus establecimientos.

Lo mismo está ocurriendo con la temporada de las setas, un producto que está ganando muchos adeptos en los últimos años en eso que se llama pomposamente turismo gastronómico y que consiste en salir los fines de semana para darle una alegría al cuerpo en lo que es comé.

Lo mismo ocurre con otra de las tradiciones del otoño gaditano, la del mosto y los ajos calientes. Las altas temperaturas hacen que todavía siga apeteciendo más una Cruzcampo fresquita que el mosto y su novio natural, el ajo caliente coronado con un rabanito para descansar el paladar de tanta intensidad.

El cambio climático ya no es una cosa lejana, de científicos. Se está colando en nuestra vida cotidiana. Por el momento son casi anécdotas, cosas para comentar de forma divertida mientras nos tomamos un vaso en la barra del bar, pero si continuamos así, pasando absolutamente de todo y maltratando la naturaleza, esta cada vez más nos maltratará a nosotros y dejaremos de reírnos de las tagarninas y los ajos calientes para llorar por cosas mucho más importantes.

Sería conveniente que comenzáramos a tomarnos en serio todo esto del tiempo y el clima, porque de lo contrario en pocos años será no sólo lo que más nos preocupe, sino que también nos ocupe.

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