Quién nos iba a decir a estas alturas de democracia que el Senado tenía competencias tan decisivas. Pues sí, ahora sabemos con certeza que la alta cámara también legisla sin que las leyes le tengan que venir ya aprobadas del Congreso para que después vuelvan a la cámara baja tras su mero trámite senatorial, si acaso con algunos retoques superficiales. Ahí está Montilla, el valiente senador que ayer siguió cobrando aunque huyó deliberadamente para no votar. Tampoco sabíamos que el Parlament tenía atribuciones para declarar una independencia tan ficticia. En este caso parece una cámara secreta, como un opistodomos griego donde se guardaban los tesoros de los templos. Y para cámara, la camarita del Ayuntamiento de Cádiz, la del salón de plenos donde nuestros políticos se insultan y se reprueban en todas las direcciones posibles. La cámara harta; las cámaras, en general, hartan.

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