Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Si a estas alturas alguien espera que Cádiz celebre con gran alborozo que el Congreso ha declarado su actividad industrial como un sector estratégico es que nos hemos vuelto locos. Los gobernantes, para nuestra desgracia, encima apelan a los viejos tópicos, la precariedad y la subcontratación, porque les resulta más sencillo que diseñar una plan de futuro en base a nuestras capacidades y conocimiento. Para algo así habría que trabajar con criterio y determinación. Y Unidas Podemos ha optado por recurrir a una Proposición no de Ley, que, como todo el mundo sabe, tiene la misma fuerza que el puchero de un hospital. Como principal socio del Gobierno, lo mínimo que se esperaba era un proyecto de Ley con plazos y garantías presupuestarias: pero nanay. Ni abordan por derecho el futuro de la plantilla de Airbus, ni tienen en su cabeza tratar a todos los astilleros por igual. Y como estamos en un país que vive de cara a la galería, pese a la falta de nuevas ideas, todos los grupos secundaron su propuesta en un alarde de binquedismo, salvo el PNV, mosqueado porque no le gusta dejar ni las migajas, y Vox, que como no sabía qué hacer, se abstuvo. ¿Y por qué? Porque pedir carga de trabajo para Cádiz es como pedir la paz en el mundo. ¿Y cómo negarse a ello, sobre todo, en Navidad? Ni el PP se resistió a la tentación. Y ahí estuvieron ayer casi todos los cargos públicos de la provincia -en una notable mayor proporción, incluso, que los trabajadores- apoyando la concentración de UGT. Pues vale.

A nuestra clase dirigente, tan acostumbrada a mentirnos en nuestras narices, nadie le gana con su postureo. Lo que no sabemos todavía es si son conscientes del daño que le causan a nuestra industria al hablar de lo que no saben, de subcontratas, sin ir más lejos, menospreciando el esfuerzo de tantos años, como si estuviésemos en mitad del siglo XX. Hablar de reducir la subcontratación es gratis, pero es lo mismo que cargarse el tejido industrial naval auxiliar y toda la cadena de suministro que tan importante es a la hora de ser competitivos y conseguir las certificaciones de calidad. Quizá por esta razón, entre otras, como el hartazgo con la misma cantinela de siempre, haya que tratar de comprender el atronador silencio de la patronal.

Habría sido muy distinto el escenario si UP, desde el Gobierno, hubiese promovido un proyecto de Ley sólido. No sería el primero que se aprueba y tampoco el primero que se incumple, pero sí habría mostrado algo más de intención. En cambio, acudir a los estereotipos de siempre y escribirle una carta a los Reyes Magos no deja de alimentar un fuego muy peligroso. Si los gobernantes que ayer salieron a la calle aún no se han enterado de que somos astilleros y de que no nos alcanza la vida con nuestra industria aeronáutica y todas las empresas que orbitan a su alrededor, si necesitamos que aún se lo crean con una declaración del Congreso, es que poco hemos aprendido desde que llegaron los Fenicios, hace 3.000 años, y contemplaron nuestro potencial. Va de suyo dotar de carga de trabajo al sector del metal en la Bahía. Y garantizar los derechos de los trabajadores. Y respetar las bolsas de trabajo. Y luchar contra la precariedad. Lo saben hasta los chiquillos. Pero esto no se logra tomando la calle a locas, pintando una situación más negra de lo que ya es en realidad y, mucho menos, con brindis al sol como el instar -no hay verbo más cursi y manoseado en lo político- al Gobierno a que cuente con nuestros astilleros para la transición ecológica a fin de construir un nuevo modelo productivo. La música suena tan celestial, que nadie la escucha.

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