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LÍNEA DE FONDO

Pedro Manuel Espinosa / Pespinosa@diariodecadiz.com

El caballero sin espada

Rijkaard abandona el Barça, al que hizo brillar de forma modélica pero sin meter en cintura al vestuario

TODO aquel que haya disfrutado de la excelencia futbolística del Barcelona de Frank Rijkaard debe lamentar su final. Más allá de cariños y simpatías, de rivalidades enfermizas que a duras penas se entienden una vez traspasada la barrera de la adolescencia, los buenos aficionados al fútbol echarán de menos al holandés. El técnico de la segunda Copa de Europa azulgrana ha demostrado que sin malas maneras ni un método científico se puede llegar a lo más alto. Rijkaard es un caballero, pero un caballero sin espada y del que algunos golfos se han aprovechado. La temporada del Barça es calamitosa más allá de la ausencia de títulos. Lo es por la sensación de desgobierno del vestuario, que ha condenado a ese hombre tranquilo que siempre ha querido tapar a sus pupilos más díscolos.

Lo verdaderamente lamentable para los seguidores del Barcelona es que han dado carpetazo a un ciclo que prácticamente estaba en ciernes. Una Copa de Europa y dos Ligas son un bagaje demasiado pobre para una plantilla tan cualificada, tan joven, tan millonaria. El Madrid, con una edad media muy superior y menos talento, fue capaz de levantar tres Ligas de Campeones en cinco años y el cambio generacional le llegó de una manera menos traumática. Figo se fue, Zidane se jubiló, llegó Capello y los puso firmes, Ronaldo se marchó al Milán y Beckham a los Galaxy, pero con una Liga regalada por el Barcelona. Fue ahí donde Rijkaard tendría que haber dejado de lado sus buenas maneras, su caballerosidad, y sacar el látigo. Eso es lo que le recriminan Laporta y Begiristain, aunque estos olvidan que hace un año Ronaldinho valdría el doble si hubieran tenido la valentía de venderlo.

Ahora el Barça ha encomendado su próximo proyecto a Guardiola, en lo que, a mí juicio, es un error más de la directiva. La presión a la que estará sometido el que fuera capitán culé será brutal, y en momentos así hace falta, sobre todo, experiencia.

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