Como en las antiguas cartillas del servicio militar, en las que al recluta que nunca había ido a la guerra se le suponía en posesión de un valor excepcional, en la cartilla de la vida de cada ser humano debería constar, si existiera tal documento, que se le supone tener buena voluntad. Los filósofos han estado siempre divididos, porque unos piensan que el hombre es bueno por naturaleza y otros defienden que, tarde o temprano, se convierte en un lobo para su misma especie. Como aquí apenas queda espacio para disquisiciones filosóficas, y ni siquiera es el objetivo, habrá que quedarse con lo mejor, con esa buena voluntad que se presupone y que se tuerce en tantas ocasiones por los encontronazos sociales y unas rencillas tan inhumanas como absurdas. Consideremos un accidente los graves momentos de una humanidad a la que vuelven a llegar, un año más, mensajes para todos los hombres de buena voluntad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios