Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

El bistele virus

Lo de las hamburguesas que saben a carne pero en verdad son chicharitos coloreados en puré, no lo entiendo mucho

El bisté, aunque por entonces fuera de duro como la piel de un bolso de Ubrique, era el objeto del deseo de cualquier persona en lo que es la mitad del siglo XX. En la plaza, comprar bisteles era un signo de distinción, era un signo de que la cartera no estaba esmirriá.

Los emoticonos de entonces eran un bisté gordo para el que estuviera faltito de vitaminas y una pescadilla en blanco para el que tuviera la barriguita mala. El yin y el yan de los tiesos.

Por entonces la gente tenía mucha hambre, pero había unanimidad: un bisté era el objeto del deseo. Sin embargo, ahora, en estos tiempos en los que todo es relativo y la verdad no existe, ya no hay unanimidad ni con los bisteles. Hay una especie de "bistele" virus.

Mientras que no paramos de ver como abren cada día más asadores de carne, que compiten por ofrecer cada uno un chuletón más grande, más gordo y con una beta de tocino como el área del equipo visitante del Carranza, hay otra corriente de la sociedad que considera que la carne es uno de los mayores males del mundo… y no son los de siempre, los que han visto en la carne el pecado. Estos no ven ni la carne, ni el pescado, que es también pecado para ellos… lo único que queda a salvo es el kiwi y el tofu, que es una cosa a la que nunca le he encontrado yo la gracia.

La sociedad está dividida hasta en lo que son los bisteles. Unos quieren más carne que nunca… como si se hubieran reencarnado (nunca mejor empleada la palabra) en Pedro Picapiedra, mientras que otros parecen haberse reencarnado en Heidi, a la que sólo se le conoce unos panecillos blancos como único alimento… sin jamón.

Sin embargo hay una cosa que no me encaja en las corrientes veganas. No entiendo por qué si no les gusta la carne, cosa que respeto porque a mi tampoco me gustan los kiwis, se empeñan en imitarla en texturas y hasta en sabores.

Lo de las hamburguesas que saben a carne pero en verdad son chicharitos en puré coloreados, no lo entiendo mucho. Quizás sea porque me ha gustado demasiado el tocino entreverao para plantearme el veganismo… creo más bien en el chicharronismo.

Me preocupa tanta división, tanto extremo. Los gigantescos bisteles por un lado y los que sienten alergia por la carne de cochino… y hasta por la de pavo. Lo único que me consuela es que hay un área de "consenso", un sitio donde nos encontramos todos, veganos y bistelianos: las papas fritas. Por el momento a todos nos gustan las papas. Que sea por mucho tiempo.

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