La belleza en San Juan de Dios

Humildad y Paciencia es la plasmación más bella del sufrimiento de Cristo vivo que tenemos en Cádiz

En estos días tenemos una oportunidad insólita de descubrir la belleza del mejor patrimonio artístico y religioso de Cádiz en la iglesia de San Juan de Dios. Ya destaqué la importancia simbólica y devocional de contemplar al Cristo de la Buena Muerte en Santo Domingo, ante la Virgen del Rosario. Y, en estos días, el cierre por obras de San Agustín, está propiciando una estampa hermosísima para descubrir al Señor de la Humildad y Paciencia en San Juan de Dios… Y para descubrir a la propia iglesia de San Juan de Dios, que es uno de los grandes tesoros menospreciados de Cádiz, a pesar de su céntrica ubicación y de ser uno de los templos gaditanos que está abierto más horas.

San Juan de Dios, a la vera del Ayuntamiento, es uno de los últimos vestigios del Cádiz que perdimos. La Hermandad de la Santa Caridad lucha por mantener el recuerdo de otros tiempos. La Santa Caridad (que atendía a los pobres y asistía a los presos que iban a ser ejecutados en la antigua cárcel) es otro tesoro en sí misma, una herencia que ha llegado viva a nuestros días.

En San Juan de Dios, vemos una iglesia alzada en el antiguo hospital de la Misericordia, donde se aprecia la obra arquitectónica de los Torcuatos de Cádiz: Benjumeda y Cayón. En el interior, que es muy original, hay imágenes bellísimas, más o menos conocidas, como los arcángeles San Miguel y San Rafael, o el otro Señor de la Columna gaditano. Pero lo mejor de San Juan de Dios es lo que no se ve a simple vista, es la capilla doméstica, que se encuentra arriba. Una maravilla del barroco, a la que se llega por una escalera, con las huellas de los azulejos holandeses de Delft y los mármoles italianos. Una obra del XVIII, cuando funcionaba la Casa de la Contratación.

En la capilla de la Ciudad, de San Juan de Dios, está ahora el Señor de la Humildad y Paciencia. Si Buena Muerte es el Cristo muerto por definición, Humildad y Paciencia (el otro Cristo de San Agustín) es la plasmación más bella del sufrimiento de Cristo vivo que tenemos en Cádiz. Jacinto Pimentel reflejó ese mismo dolor que se aprecia en el rostro estremecido que Juan de Mesa le talló al Gran Poder de Sevilla.

En Cádiz no tenemos valorada esta imagen como merece. Cofrades andaluces que vinieron al reciente vía crucis diocesano se quedaron admirados. ¿De dónde había salido ese Cristo, que expresa el dolor con la máxima radicalidad que puede asumir el hombre? En el Cristo de la Humildad y Paciencia está plasmado uno de los rostros más verosímiles del Hijo de Dios.

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