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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

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Si todos los comercios hicieran lo mismo que la Antigua Cerería del Salvador nuestro centro seguiría conservando algo de la belleza y personalidad que tuvo, cuando los comerciantes se gastaban sus dineros en buenos materiales y diseños de interior, escaparates y rótulos para que su tienda fuera un reclamo tanto por la calidad de sus productos y las profesionales maneras de quienes atendían, como por su elegancia. La cerería ha mantenido los escaparates de Uclés y La Palma, incluso su rótulo. Lo ideal sería que no hubieran cerrado y que la cerería siguiera donde tanto tiempo estuvo. Pero este es el mal menor. Dignifica y hace reconocible el entorno comercial del Salvador, tan devastado por horteradas.

Desde 2017 la Cámara de Comercio lucha por la preservación del comercio histórico. Hace un año firmó un convenio con el Ayuntamiento que se plasmó el pasado junio en la Ordenanza Reguladora de los Establecimientos Emblemáticos de Sevilla. Y también se están regulando los rótulos y la preservación de escaparates. Ya era hora.

¡Cuánta historia, memoria y belleza se ha perdido con la desaparición de bares, restaurantes y comercios! Y cuánto se ha vulgarizado y adocenado Sevilla con estas pérdidas en lo que la ordenanza municipal califica de "proceso imparable de despersonalización y pérdida de identidad de la ciudad". Pero todavía viven, entre otros, El Rinconcillo, La Campana, Las Teresas, Casa Palacio, Galán, Almacenes Pérez Cuadrado, Casa Moreno, Foronda, Maquedano, Cordonería Alba, Velasco, Papelería Ferrer, Joyería Reyes, Ochoa, El Cronómetro, mercería Peña, bar Julio César, Horno las Doncellas, Casa Lucas, Cuchillería Regina -única superviviente de mi mundo perdido-, Casa Rodríguez, Velasco o la librería Reguera, última superviviente de las perdidas -la nómina es impresionante- Eulogio de las Heras, Lorenzo Blanco, Pascual Lázaro, Atlántida, Repiso, Sanz, Montparnasse, Antonio Machado, Oliám o Céfiro.

Ayúdese a los comercios históricos a sobrevivir en estos tiempos difíciles en que a la (ahora añorada) marabunta turística, las franquicias y las grandes superficies se ha sumado la compra por internet. Y si alguno cierra consérvese su huella manteniendo escaparates y fachadas -como se ha hecho en esta cerería o en las joyerías Félix Pozo y Ruiz- para que el centro sea medianamente reconocible y no lo invadan baratos y vulgares apaños de negocios de quita y pon.

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