DIARIO DE PAQUILLO

Por Francisco Fernández Peláez · Marchador

La batalla por el oro

CUANDO los lectores vean estas páginas, yo ya habré competido. El resultado de un año de duro entrenamiento -espero- habrá dado su recompensa. Quizás cuando ustedes lean esto yo estaré acariciando una de las medallas olímpicas reservadas para los tres hombres más fuertes que existen sobre la tierra en estos momentos en los 20 kilómetros marcha. Para conseguir mi cometido, ayer (viernes) seguí el ritual que llevo a cabo en cada competición importante. De momento, durante los últimos seis años no me ha fallado. Por la mañana quedé con mi entrenador, Korzeniowski, que se aloja a escasos metros de la Villa en un hotel junto al centro de prensa, donde dirige las emisiones de la televisión polaca en esta Olimpiada. Nos fuimos a rodar por el circuito y la verdad me gustó bastante. De hecho me llevé un grato recuerdo del entrenamiento porque tuve muy buenas sensaciones en el que ha sido mi último rodaje antes de la prueba. Me encontré muy motivado y con ganas de debutar ya en estos Juegos. Cenamos a las 20:00, algo más pronto de lo habitual, mis compañeros de selección Juanma Molina, que comparte habitación conmigo, Benjamín Sánchez y un servidor. Los hidratos de carbono serán mi particular gasolina para la competición. Agradecemos mucho los últimos ánimos de la delegación española, deportistas de multitud de disciplinas, que se acercan y nos desean lo mejor en nuestro debut olímpico. El ambiente que hay en la delegación española es inmejorable. Tras la cena, a preparar el petate de guerra para el día siguiente y a dormir, pues a las cinco empieza mi particular batalla por el oro.

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