Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Sobre un barril de pólvora

Hemos entrado en una fase crítica en la que Putin puede hacer cualquier cosa y eso incluye el botón nuclear

Pinta mal para Europa. La guerra iniciada en febrero pasado por Putin con la invasión de Ucrania está lejos de terminar y sus consecuencias, a medida que avanzan los meses, se hacen más evidentes y más graves. La ministra de Defensa, Margarita Robles, estuvo el viernes pasado en Sevilla para participar en un Foro Joly y lo dejó bien claro: nunca habíamos vivido, desde el final de la Guerra Fría, en una situación tan peligrosa y puede pasar cualquier cosa. Cualquier cosa, en este momento, se puede traducir por riesgo nuclear. Putin no ha cumplido ninguno de los objetivos que diseñó para su "operación militar especial" y le ha salido el tiro por la culata. Ni ocupó Ucrania en una guerra relámpago de pocas semanas, ni ha consolidado una alianza estratégica con China ni ha debilitado a la OTAN y a Estados Unidos. Todo lo contrario, la OTAN era una especie de fantasma del pasado sin mucho que decir en un mundo que miraba al Pacífico y a las tormentas que en él se estaban formando. Gracias a Ucrania, ha encontrado una nueva razón de ser y de fortalecerse. En Rusia el movimiento social contra el envío a la guerra de miles de jóvenes que no quieren ir empieza a coger fuerza y Putin aparece cada día más como un paria mundial al que sólo los bielorrusos, los iraníes y otros por el estilo hacen caso.

Sin embargo, la partida no está terminada. La ministra Robles lo decía el otro día y no hablaba por hablar. Hemos entrado en una fase crítica en la que el autócrata ruso puede verse acorralado no sólo desde fuera sino también desde dentro de Rusia. Y lo que pueda hacer en esa situación nadie lo puede pronosticar. ¿Hay en el Kremlin alguien capaz de poner un poco de cordura y encauzar el conflicto por las vías del diálogo? Los informes que llegan a Washington y Bruselas dicen que en la camarilla de Putin no hay por ahora fisuras. Ucrania, una potencia militar de tercer nivel, está fuerte porque el armamento y la inteligencia de EEUU y la OTAN están haciendo un trabajo eficaz. Pero Rusia, a pesar de las muchas debilidades que ha mostrado durante este conflicto, sigue siendo una de las tres grandes potencias mundiales y derrotarla en su zona natural de influencia no va ser fácil ni rápido. Sólo hay una cosa clara: el final no está cerca y Occidente está sentado sobre un barril de pólvora.

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