Cierto es que el refranero popular, sabio porque extrae sus conclusiones de la propia vida, advierte de que lo barato sale caro. Esta sentencia, que suele cumplirse en muchos casos, se queda sin efecto en Cádiz con la recuperación, después de unas semanas sin él, del Baratillo que los domingos ocupaba las vacías calles aledañas a la plaza de Abastos. La solución alcanzada entre los vendedores y el Ayuntamiento ha permitido que este mercadillo estrene ubicación y, lo que posiblemente sea más importante, obtenga una dignificación que parecía haber perdido con los madrugones y peleas para conseguir un buena lugar y con la presencia de algunos productos de dudosa procedencia. Nadie fue capaz antes de regular este rastro, que existe en casi todas las ciudades de España, y que aquí se fue dejando degradar para forzar su desaparición. No ha sido así. El Baratillo no se le ha salido tan caro a Cádiz.