Mucho azúcar

Se olvida demasiado pronto que cada partido sólo ha de satisfacer a sus votantes actuales y potenciales

Mientras abro el documento para escribir este artículo escucho a mi mujer y a mi hijo discutiendo. Hablan sobre las cucharadas de azúcar que conviene echarle a no sé qué. Mi hijo, dulcemente, es partidario de muchas. Mi mujer de ninguna. Pero lo que tiene interés para este artículo es que mi hijo usa un argumento de autoridad democrático, valga la paradoja. Asegura que «la gente» echa tres cucharadas. Mi mujer, mucho más aristotélica, se esfuerza en explicarle que «la gente» no existe, porque cada persona es un mundo y hay quien no le echa azúcar y quien más y quien menos.

Como ya se ha abierto el documento (mi ordenador va lentísimo), he de ponerme a teclear, pero la discusión que he oído me viene de perlas para lo que quería decir, que es algo muy elemental, pero que se olvida con una frecuencia pasmosa en los análisis más pomposos. La gente no existe tampoco en el campo político.

Tras el tropezón de la investidura murciana, veo hipótesis muy generales sobre el costo que eso tendrá para unos y para otros. Cometen el error azucarado de mi hijo. Piensan que la gente piensa igual que ellos. El sistema de partidos exige hacer los análisis no sobre la sociedad en su conjunto, sino sobre el conjunto de votantes potenciales de cada partido. Un partido que aspire a un 15% de representación tendrá que satisfacer con sus discursos y programas al 100%... de ese 15%. ¿Qué interés puede tener en que le aprueben el 85% de los que no le votarán ni en pintura.

Tanto Cs como Vox en Murcia han actuado mirando a sus zonas de influencia, y ésa es la primera premisa con la que hay que analizar los hechos, y que lo cambia todo. El enfado con Vox está externalizado.

Junto a los espacios, la segunda coordenada es el tiempo, que también se olvida. Habrá que ver cómo acaba lo de Murcia para hacer una valoración completa. Cunde la sospecha de que hay un gambito de Murcia por Madrid, para que, en la capital, el PP y Ciudadanos se tienten la ropa antes de ningunear más a Vox. Hay otra sospecha de espaldas: es el pasado el que pesa. A Vox lo habían engañado ya varias veces, en el ayuntamiento de Madrid sin ir más lejos. Pero todavía en Murcia pueden pasar cosas interesantes, como otras investiduras y comprobar si C's pacta con el PSOE o van a nuevas elecciones.

Cuando alguien habla en términos muy absolutos, hay que sospechar que están haciendo lo que mi hijo: arrimando el azúcar a su taza.

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