Esto no es una despedida, sólo un hasta luego. Llegarán más carnavales, más febreros, más Concursos, más calle, más papelillos, más pasodobles, más finales de popurrí. Y ninguno serán los mismos que estos que hoy se deslizan entre nuestros dedos como un rollo de serpentinas. Por eso, apúrelo hasta el final, hasta que la Bruja Piti lo recoja con su escoba y los fuegos hagan llorar al cielo (y a mi perro, de paso). Sé que esto no es una despedida (¡eso espero!) pero desde este último aliento de febrero –desde este espejismo de día que sólo ocurre cada cuatro años– les escribo para que me lean en un nuevo mes de marzo (me sigue maravillando la prensa papel y sus cartas en el tiempo) en este rinconcito dominical tan suyo como mío. Agito la bolsa de papelillos desde arriba, desde esta azotea, para desearles lo mejor en este último día de un Carnaval que no se parece a ningún otro. Hasta luego.

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