Esto es un aviso

Levantarse de la mesa de un diálogo es no querer dialogar. Es señalar al adversario de un modo excluyente

El 19 de abril de 1995 un Audi V8 blindado salvó la vida a José María Aznar. Fue una gran explosión preparada con todo detalle por ETA. Que se sepa, no recibió ninguna carta, ningún aviso. Querían matarlo, quitarlo de la posibilidad de que llegara a presidir el gobierno de España. En 1973 ETA sí había tenido éxito, asesinando al almirante Carrero Blanco. La historia de la violencia política de España viene de antiguo, en demasiadas ocasiones no hemos sido capaces de entendernos con las palabras, hemos acudido a la destrucción del adversario, convertido en enemigo. Al enemigo, ni agua. El mejor enemigo, muerto. ¿Volvemos por estos fueros? Estoy completamente seguro de que la inmensa mayoría de los españoles de hoy queremos entendimiento y no enfrentamiento, queremos diálogo y no "cinturones sanitarios" ni demás mecanismos excluyentes. Todos somos españoles y es más que falso encasillarnos en comunistas/socialistas o libertad ni en fascistas o demócratas. A otros con el truco. El español con miedo de estos días, miedo al Covid-19, al paro, a la pobreza…, también es el español con miedo a la vuelta de las trincheras del odio, de la violencia política, de la saña. ¿Alguien enfrenta a los vecinos, a las familias, a los "territorios"? Sin duda, esto no viene solo. ¿Entonces? A esos que quieren separarnos y enfrentarnos es a los que hay que aislar y señalar con el dedo. Y sobre todo, no votarlos. "Apreteu, apreteu", recomendaba el xenófobo de Torra, hoy apartado por la Justicia de las instituciones, inhabilitado. Es la instancia democrática que nos debe defender de esa veta cainita, los jueces y tribunales. A Marlaska, Iglesias Turrión, Reyes Maroto y a la directora de la Guardia Civil les han enviado sobres con amenazas dentro. Y textos inadmisibles. El hecho, deleznable, no puede atribuirse sin pruebas a VOX por su torpeza en vincular cualquier violencia a la que vienen sufriendo desde hace meses y meses. No era el método. La dialéctica es de la máxima tensión y se ha escenificado. Levantarse de la mesa de un diálogo es no querer dialogar, no nos engañemos. Es señalar al adversario de un modo excluyente. Iglesias Turrión y Mónica García lo hicieron con tanto éxito que lograron que los demás, que querían dialogar, no pudieran hacerlo. Ayer Lastra era de nuevo un lastre, calificando de fascistas a quienes no lo son para nada. Demasiado a la ligera el desenlace de una campaña política que se sabe de antemano que perderán la socialdemocracia y la izquierda extrema. Pero todo no vale ni España se lo merece, demasiado lleva con la pandemia y sus terribles consecuencias. Esto es un aviso: no lo permitamos.

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