LA UGT andaluza se siente, y se proclama, perseguida y víctima de una especie de complot mediático, puesto en marcha por la derecha cavernaria para destruirla. Hasta ahora, la única defensa que ha hecho el sindicato ante todo lo publicado sobre facturas falsas, mordidas, desviación de fondos públicos, comilonas, y hasta encargos de maletines falsificados, es que iban a por ellos, y que se los querían cargar. Pero ellos son inocentes y asumían, todo lo más, algún error a la hora de contabilizar gastos e ingresos.

El detonante ha sido el asunto de los maletines falsificados, setecientos en total, que, sin ser lo más grave si todo lo demás es cierto, resulta lo más llamativo porque, en primer lugar perjudica a una conocida empresa española, Salvador Bachiller, y segundo, porque esos bolsos se habrían falsificado en algún lugar de Asia, donde las condiciones laborales no serían asumibles, ni de lejos, por alguien con una mínima conciencia sindical. Ante esto, el secretario general de la UGT, Cándido Méndez, se ha visto obligado a dar un toque de atención, en apariencia sin cargar demasiado, pero pidiendo que alguien suma responsabilidades. Si las hubiera, claro está.

Así que, para ver si hay que asumir algo y, sobre todo, quién tiene que tragarse el marrón, la UGT andaluza ha convocado un Comité, no urgente, pero sí extraordinario para el día 9 de enero del año que viene. Es decir, de aquí a un mes y medio, para que les dé tiempo, después de meses de noticias, a averiguar lo que ha pasado, si es que ha pasado. Pero en estos más de cuarenta días de plazo, es muy probable que aparezcan nuevas informaciones comprometedoras, que habrá que añadir a la lista de averiguaciones. Lo que ocurra hasta entonces será sin Fernández Sevilla al frente del sindicato. El viernes pasado presentó su dimisión como secretario general. Algo es algo.

Verdaderamente, todo esto lo están aprovechando los enemigos del sindicalismo, que los hay, pero quienes están propiciando este escenario han sido ellos mismos, que han derivado el dinero público hacia usos que, benignamente, se podrían calificar como de representación incontrolada y que, en este contexto de crisis laboral y social, son para avergonzar a cualquiera. La UGT ha sido y es un sindicato importante, que ha contribuido a la consolidación democrática y a la defensa de los trabajadores. Por eso no se merece lo que le están haciendo. Puede que haya un complot, pero sería una autocomplot.

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