Las armas y las guerras

Hasta que dejen a Navantia sin cinco años de trabajo para 6.000 personas en la Bahía no estarán contentos

Hasta que no se carguen el contrato de 2.000 millones de euros de las corbetas de Arabia Saudí no van a parar. Hasta que dejen a Navantia sin cinco años de trabajo para 6.000 personas en la Bahía de Cádiz no se darán por contentos los señores de Izquierda Unida, Podemos y otras organizaciones en las que tienen a colegas infiltrados para decir lo que les interesa. Y como el Gobierno de Pedro Sánchez está atado de pies y manos, veremos si pican en el anzuelo. La excusa de ahora es el bombardeo en Yemen, en el que han muerto niños. Por desgracia, suele pasar en todas las guerras. Por eso, las mejores guerras son las que no existen. Pero las guerras no las hacen las corbetas, sino los gobiernos.

También los bombardeos de Rusia en Siria causaron la muerte de decenas de niños. Pero ahora van a presentar el Carnaval de Cádiz en Moscú, y se ha jugado allí el Mundial de fútbol. La paz no se consigue prohibiendo las corbetas, sino con acuerdos. Una corbeta se puede utilizar bien o mal, depende. Las condiciones que supuestamente impondría el Gobierno de Pedro Sánchez, a petición de Amnistía Internacional, son muy del gusto de los países que participan en la guerra civil de Yemen frente a Arabia Saudí. Países como Irán, que tampoco son democráticos.

El astillero de Navantia en Puerto Real se reconvirtió en militar para no cerrarlo. En ese astillero hicieron armas para la Venezuela de Hugo Chávez. Por supuesto que Arabia Saudí no es un país democrático, al estilo de las democracias occidentales; pero entre los que combaten en Yemen, ¿quién lo es? Nadie es democrático según lo entendería un demócrata. Según la web oficial de Amnistía Internacional, "todas las partes en el conflicto cometen espeluznantes crímenes de guerra".

Cuidado con cargarse el contrato y tirar a la basura 20.000 millones de euros para la provincia con más paro de España. Cuidado, porque es un capricho de algunos partidos, por sus vínculos políticos internacionales. Odian a Arabia Saudí, que ha firmado contratos importantísimos con España para el AVE de La Meca o el Metro de Riad, mientras ensalzan a otros países impresentables del Golfo Pérsico.

En vez de preocuparse tanto por los barcos que construyen en la Bahía podrían organizar una conferencia de paz para Yemen. O convencer a los otros países pringados en esa guerra, que tampoco bombardean con papelillos y serpentinas.

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