Desde mi cierro

Pedro G. / Tuero

A un amigo de verdad

SÓLO pretendo en este comienzo, recordarle brevemente a mi fiel lector, lo que el Instituto "Isla de León" ha supuesto para la historia de la enseñanza en esta querida Isla. Fue allá por el año 1969, cuando, como sucesor o relevo del anterior Patronato Municipal "Rafael Estrada" (hoy, colegio "Almirante Laulhé"), comenzaba su itinerario docente este importante centro de Enseñanza Media en La Isla, el primero con carácter oficial junto a otros afamados de la provincia -unos mucho más antiguos y otros más jóvenes aún- como el Columela gaditano o el Coloma de Jerez, más el "Isla de Verde" algecireño o el "García Gutiérrez" chiclanero. Tuve el honor, siendo este escribidor su máximo responsable, de celebrar en 1994 sus bodas de plata. Pronto, dentro de unos años, en el diecinueve, ya se cumplirán sus primeros cincuenta años. El "Isla de León" ha tenido doce directores hasta hoy. El primero, don Alberto Agudo, insigne y magnífico profesor que lo fue de muchos de los que en la actualidad rondamos y pasamos de los sesenta. El último, hasta el pasado treinta de junio, José M. Fernández Fernández, el más longevo en el cargo (18 años) y que tuve el honor de que fuera mi sucesor.

José Manuel no sólo ha sido el director con más tiempo en el Instituto, siendo el responsable y artífice, en estos difíciles tiempos, de hacer una importante reforma del edificio y, también, de haber sabido aplicar todos esos complicados y engorrosos cambios en el actual sistema de enseñanza. Contribuyendo, además, a mejorar el prestigio de este centro educativo. El trabajo eficiente y responsable en cada una de las facetas que ha llevado a cabo, su honradez profesional, además de su discreción y cercanía, pienso que han sido sus virtudes más sobresalientes.

Pero lo que fue y sigue siendo nuestra permanente amistad, por supuesto, se consolidó cuando comenzamos a ser compañeros de trabajo allá en el primer curso 1978/79, en el Instituto "Wenceslao Benítez", un centro que también casi se estrenaba como nosotros por aquellas fechas. Éramos unos jovencitos recién licenciados que formábamos un claustro en donde la mayoría de sus profesores éramos inéditos. Luego, pasados los años, salvo contadas excepciones, nunca nos hemos separado y hemos sido compañeros hasta que, a este autor del presente artículo, le llegó su jubilación hace unos tres años. Ha sido el Instituto "Isla de León" el escenario perpetuo y el mejor testigo de nuestro compañerismo durante los últimos veinticinco años.

Así, pues, por encima de todo, José M. es mi amigo. Un amigo de verdad, la persona a la que me he entregado siempre en mis tristezas y alegrías. El verdadero amigo que te entiende y que te escucha. Esa persona a la que le puedes contar en voz alta tus pensamientos, ese amigo verdadero de los que pocos a lo largo de la vida te van quedando. José M., feliz nueva vida en tu merecida jubilación. Porque de verdad te aprecio y te valoro. Nos vemos.

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