Los alquimistas al poder

Visto el castigo de las urnas a Cs y Podemos tras ejercer de subalternos, no se entiende el miedo atroz a pactar con Vox

EL PP exhibe sus ansias por adelantar las elecciones y ya no están Casado y compañía para señalar culpables. A los dirigentes andaluces cada vez les sudan más las manos con el ascenso de Vox y los mismos que denunciaron en su día las prisas de Génova por agitar el calendario electoral -cuando Juanma Moreno aún se resistía a la idea- ahora corroboran sus cálculos, bajo pretextos que el común de los mortales no entiende. La excusa de estos alquimistas que lo mismo te dicen una cosa que te dicen la otra, en función de sus experimentos sociológicos, no es otra que su imposibilidad para aprobar unos presupuestos con los que poder tirar hasta agotar el mandato. ¿Alguien lo entiende? Los populares que han pactado con Vox el reparto de las consejerías del Gobierno de Castilla y León, y algunas de sus exigencias en materia de migración y violencia de género, aquí en Andalucía son incapaces de acordar unas nuevas cuentas con alguna que otra concesión hacia quienes marcarán su futuro de una forma u otra.

Ha de gastar cuidado el PP andaluz con lo que dice ahora, porque la determinación con la que sus colegas prometieron en Castilla y León que no tocarían la ley de la memoria histórica, por ejemplo, sólo ha sido comparable a la rapidez con la que ya admiten que sus socios presentarán una normativa en materia de concordia. Tampoco se entiende el miedo que tenían los populares a formar gobierno con sus aliados de extrema derecha cuando la experiencia demuestra que los segundones se disuelven como por arte de magia tras pasar por el poder. Así lo han sufrido los podemitas desde que dejaron de quitarle el sueño a Pedro Sánchez y también Cs desde que pactó con el PP. Según han ejercido de subalternos, los ciudadanos les han castigado sin piedad en las urnas, lo que certifica que una cosa es gritar desde la oposición y citar al toro desde el burladero, y otra ejercer el poder y chocar con ese principio de realidad tan caprichoso que te demuestra que nada es gratis.

Más allá de los cálculos electoralistas presididos por el afán platónico de gobernar en solitario, el PP aún no ha sabido explicar en qué favorecería el adelanto electoral a los andaluces. En el fondo, es como si asumieran que son incapaces de cumplir con su palabra tras ofrecer estabilidad nada más derrotar a Susana Díaz, que perdió el poder tras acortar su legislatura, por cierto. Y también dejan entrever sus ganas por zamparte el enorme trozo del pastel que dejará Cs por el camino. Por el momento, el fiel escudero de Juanma Moreno, que no es otro Juan Marín, se ha limitado a decir que es un error. Lo que no sabemos es si este matrimonio de conveniencia terminará como en Castilla y León, donde el líder de Cs, Francisco Igea, le ha llegado a decir a Mañueco que no se merece "ni a su familia", tras acusarlo de "traidor" y de introducir "la peste verde en las instituciones", en referencia a Vox.

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