EL fútbol dibujado esta temporada por el Barcelona ha causado sensación no sólo en miles de madridistas -aspecto que les honra por deportividad- sino también entre cientos de personas a las que ni les gusta el fútbol. Aquí mismo, en la redacción de Diario de Cádiz, varios compañeros a los que el balompié les importa como a mí la pesca fluvial en Polonia, han llegado a admirar el juego culé como el que admira una obra de arte. José Antonio Hidalgo, director adjunto, a quien del fútbol sólo le interesa el resultado para hacer la portada del periódico, reconoció el domingo que le había sorprendido cómo jugaba el Barcelona. Y eso, amigos míos, es el claro indicio de que lo que está haciendo el Barça va más allá del fútbol propiamente dicho. El arte frente a los que defenestran a "22 tíos pegándole patadas a un balón".

Ese partido de Octavo contra Primero de EGB sigue coleando y pervivirá en la retina de los aficionados. Y no digo ya en la de los seguidores blaugranas. Cerró la Liga, hizo justicia al fútbol y acabó con las últimas ilusiones de un Madrid al que el principal valor que le reconocían sus aficionados era la garra, al fin y al cabo un aspecto de obligado cumplimiento para cualquier equipo profesional que se precie. En la capital, ayer, Higuaín aseguraba que no dan la Liga por perdida, en unas declaraciones de cara a la galería que no se va a creer nadie. Y menos los periódicos deportivos de allí, cuyas portadas hasta verano estarán todos los días ocupadas por cracks mundiales de los que asegurarán que van a venir al Madrid. Ayer fue el 'AS' el que daba por hecho el fichaje de Kaká. El próximo será Cristiano. Y así hasta completar una plantilla de 22 megaestrellas como si cada quince días en el Bernabéu jugara una selección mundial. Estos periódicos piden la reconstrucción del Madrid (con frialdad y buscando un estilo propio) en sus artículos de fondo y en las portadas siguen mareando a la gente con el divismo que tanto daño ha hecho al Madrid. Allá ellos.