El adiós de Olona

Junto a los motivos privados de salud, la salida de Olona tiene unos efectos políticos objetivos

Cuando dimitieron por razones de salud Adriana Lastra y Dolores Delgado sostuve que había que pensar que tuviesen, en efecto, los problemas de salud que decían. Ni siquiera me pregunté qué pasa con la política que parece una pandemia, aunque creo que lo pensé entonces y, desde luego, ahora; y lo haré más cuando se sume la renuncia de Teresa Rodríguez, que está al caer, y la de Kichi. Mi querencia, como ustedes adivinan, es creer todavía más a Macarena Olona, pero voy a hacer el mismo análisis objetivo de su marcha, sea por el motivo sea. (Del que le deseo, exactamente igual que a Adriana y a Dolores, una pronta y completa recuperación.)

Ellas dejaban a Pedro Sánchez en una mala situación, en sus horas peores, con la inflación disparada. A Vox tampoco le viene bien la marcha de Macarena. Por tres razones. El resultado de las andaluzas no fue tan malo como las primeras sensaciones -tras unas expectativas elevadísimas- parecían indicar. No sólo se mantuvo el resultado histórico e inesperado de las anteriores elecciones, sino que se aumentó. En una coyuntura en que el PP arrasó, todos bajaron, menos Vox. Pero la marcha de Olona reactiva aquellas malas vibraciones.

En segundo lugar, Vox no ha forjado un liderazgo regional reconocible y con proyección en Andalucía. Alguien objetará que es lógico en un partido que presume de su rechazo al sistema autonómico. Eso es olvidar dos modelos exitosos de liderazgo regional de Vox: Ignacio Garriga en Cataluña y Juan García-Gallardo en Castilla y León. Andalucía, por implantación del partido, potencial de crecimiento y prioridad histórica, merece una dirección análoga. En cambio, tras las anteriores elecciones, dimitió de forma confusa el juez Serrano, entonces número uno; y ahora dimite la actual número uno.

Por último, Olona pagó en la campaña el desconocimiento de la realidad concreta y la idiosincrasia de esta tierra. Si hubiese estado cuatro años empapándose de la vida andaluza en la calle y de la política andaluza en el parlamento, habría sido una candidata muy poderosa para la siguiente convocatoria andaluza. Eran cuatro años para coger impulso o, en metáfora que ella apreciaría, para sacarse unas oposiciones en la oposición. Contra todo esto se han cruzado esos motivos de salud que esperamos que se descrucen pronto. De la categoría de Macarena Olona da la medida que su marcha no deja un vacío en Vox, sino tres, superpuestos.

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