El Palillero

José Joaquín / león

La abeja de Superman

ANTES de que José María Ruiz-Mateos se disfrazara de Superman, para protestar por la expropiación de Rumasa, fue un hombre con fama de serio. No se puede explicar la Transición española, ni los años de los pelotazos, sin tenerlo en cuenta. Encarnó múltiples virtudes, que estropeó con sus defectos. De modo que Ruiz-Mateos fue un héroe o un villano, según los momentos. Teniendo en cuenta mi relación de parentesco, por el lado materno, conmigo tuvo una relativa confianza. No tanta como para que escribiera una biografía oficial suya; pero sí para contarme que había pagado peaje a diversos políticos de varios partidos, con sus nombres y apellidos, todos entonces en puestos de responsabilidad. Por supuesto, sin pruebas, sólo para ilustrar.

José María era un hombre de profundas convicciones cristianas, como se suele decir. No era un cristiano de aparentar, sino convencido, fiel a su manera. Tenía especial devoción por la Virgen del Perpetuo Socorro y mucha fe en la Divina Providencia, por lo que creía que nada le pasaba por casualidad, ni lo bueno, ni lo malo. Es sabido que perteneció al Opus Dei y que eso le creó ingratitudes en ciertos momentos; y que fue benefactor de los Legionarios de Cristo, antes del escándalo. Pero pocos conocen las muchísimas necesidades que remedió en plan anónimo. Fue gran benefactor de entidades religiosas. Por ejemplo, en Cádiz, ayudó al convento de las Concepcionistas Descalzas de la calle Feduchy, donde estuvo su prima como religiosa de clausura. En Rota también socorrió infinidad de necesidades. Más conocida es su relación con la Hermandad de las Tres Caídas, en Jerez.

Rumasa no cayó tres veces, sino dos. Cuando el holding fue expropiado tenía 700 empresas y 18 bancos, con una plantilla de más de 60.000 empleados. Entre sus empresas estuvieron Galerías Preciados, Sears, Loewe, Hotasa y varias bodegas, no sólo de Jerez. Más complejo fue lo de Nueva Rumasa, con la que llegó a tener más de 20.000 empleados y otro holding, que terminó de mala manera y con damnificados.

Fue un personaje irrepetible, un precursor ilustre de lo que vino después: banquero, marqués y preso de Soto del Real. Adquirió el Rayo Vallecano y consiguió que la Agrupación Ruiz-Mateos obtuviera dos escaños para el Parlamento Europeo.

Casi todo lo suyo parecía excesivo. En su casa de Somosaguas en Madrid, con su mujer y sus 13 hijos, quiso vivir una vida imposible. Era un visionario, pero no era un ángel. La abeja de Superman no tenía alas.

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