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'Woke'

A la ambiciosa justicia universal como objetivo la ha sustituido el multiculturalismo

Tal como sucedió con fake news, empieza a infiltrarse insistentemente por Europa otra nueva expresión inglesa, woke, esta vez extraída de la jerga afroamericana. Con fake news el préstamo verbal no era necesario, en castellano existían las mismas posibilidades expresivas, pero las palabras inglesas le dieron una apariencia discursiva más convincente. Ahora pasa igual, aunque el nuevo uso de woke arrastra unas connotaciones de más difícil correspondencia en nuestro léxico. En su ambiente originario, un par de décadas atrás, woke se aplicaba para caracterizar a quien "despertaba", se iluminaba su espíritu crítico y comprendía la opresión de su etnia, sexo o religión. Era lo que en castellano un siglo antes se llamaba "tomar conciencia" ante las injusticias existentes, asumiendo el compromiso de procurar remediarlas. Entonces hubo miles de ejemplos de intelectuales comprometidos que llenaron el panorama político y revolucionario de la primera parte del siglo XX. Podría considerarse, pues, que woke recupera esa función inicial de concienciación, de toma de partido, pero cambia de manera radical en lo que atañe a los objetivos y campos reivindicativos. Si antes, los compromisos solían aspirar a ideales universales, en esta nueva opción la lucha se orienta hacia un solo foco, que suele estar determinado por una pertenencia identitaria, racial, sexual o religiosa. Incluso la lucha social para acabar con las desigualdades económicas pasan a otro plano, o se consideran secundarias cara a la supuesta batalla prioritaria.

Éste es el aspecto relevante que encubre esta nueva y simple palabra. Pero, por otra parte, permite, a partir de su auge reciente, adentrarse en el conocimiento de uno de los cambios políticos y sociales más significativos de los últimos años. Este nuevo woke, que inunda con sus creencias y entrega tantos ámbitos de la vida estadounidense y europea, cuando "despierta" ya no aspira acabar, por ejemplo, con las grandes contradicciones económicas -como se proponían los viejos marxistas- sino eliminar las distintas formas de exclusión que le rodean. A la ambiciosa justicia universal como objetivo la ha sustituido el multiculturalismo. Así, cada woke escoge su actividad específica en función de una identidad elegida y se dedica a cultivar y exaltar las diferencias de los suyos. Puede que así se remedien algunos de los problemas injustos más próximos al woke, pero de ese sueño aislacionista habrá que despertar algún día. Por eso conviene leer Woke, de Titania McGrath, traducido por Alianza.

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