Hace ya muchos años que en un programa de televisión mantuvieron un debate Octavio Paz y Fernando Sánchez Dragó. Mientras que el autor madrileño vaticinaba para la humanidad un futuro apocalíptico, el pensador mexicano, con su habitual parsimonia y sabiduría, dijo: "Yo confío en el hombre". Vienen estas dos posiciones enfrentadas como anillo al dedo para este virus mundial que no distingue razas, ideologías ni credos, un virus que ha pillado con el paso cambiado a la humanidad, en todos los sentidos, y que nos ha venido a recordar, porque seguramente ya lo habíamos olvidado, que el hombre es vulnerable, que la supuesta superioridad de la que hacemos gala tantas veces no es más que una vanidad disfrazada de fortaleza. La raza humana es vulnerable, finita, pero tiene la capacidad, la posibilidad, de salvarse a sí misma de nuevo. Por eso, como Octavio Paz destacaba, hay que seguir confiando en el hombre.

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