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Vuelta a la casilla de salida

Al oír al delegado territorial de Universidad, algún gaditano lo confundió con el protagonista de 'Atrapado en el tiempo'

A L oír las palabras del delegado territorial de Empleo y Universidad, Alberto Cremades, más de un gaditano lo confundió con Phil, el famoso hombre del tiempo que interpretó Bill Murray en Atrapado en el tiempo: "No puede ser, otra vez el día de la marmota", masculló el personal. Como quien pide otra ronda, el buen hombre, tan impulsivo como inexperto, se ventiló el proyecto de la UCA y Valcárcel regresó a la casilla de salida. Ni cinturón universitario, ni más milongas: un hotelazo de lujo, se dijo. Y tiró un lustro de negociaciones a la basura. Ya se sabe que con los políticos pasa como con los culebrones venezolanos, que aunque te pierdas ciento catorce capítulos, cuando vuelves a ellos siguen a lo de siempre. Pero con Valcárcel la paciencia se agotó hace tiempo. A la sociedad ya le da igual que construyan un súper, un aparcamiento, que vuelva Educación -que parece lo más sensato- o que levanten un museo, pero hagan algo por una vez.

Porque Cádiz ya sabe que está llamada a vivir del turismo y de la industria cultural y universitaria, una vez que se hundió su tejido industrial. Y los únicos que parecen empeñados en no enterarse son aquellos a quienes les toca decidir. Ya es mala suerte, porque no hay peor acción que la no acción, y nuestra clase dirigente vive atrapada en la parálisis por el análisis, instalada en la confrontación, sin leerse un papel y presa de la inexperiencia. Lo mínimo que tendría que saber la Junta es que la titularidad de Valcárcel es de Diputación, antes de proponer cualquier otro uso. Eso por no hablar de la retorcida excusa que lanzó el delegado para justificar el inaceptable retraso que sufre el Centro de Fabricación Avanzado, vital para dar soporte a nuestra industria aeronáutica. De chiste: ahora resulta que la culpa la tienen Donald Trump y la Organización Mundial del Comercio, que podría penalizarnos con este tipo de proyectos que llevan años funcionando, sin ir más lejos, en Sevilla. ¿Estamos locos? No se le pide a los nuevos dirigentes que arreglen en un año lo que no se hizo en 40, pero sí algo de sentido común.

Cádiz no puede esperar más. Pero si no media un milagro, a medio plazo, se convertirá en una ciudad museo con más palomas que perros y gatos; más bicicletas que niños; más asfalto que parques. Cádiz, la ciudad con menos espacio y la más desaprovechada. Llegará 2035 y apenas superará los cien mil habitantes y casi no quedarán jóvenes para tomar el testigo. Los gobernantes seguirán en bucle, bloqueados frente a la sangría del paro. Y la Junta anunciará otra vez que el nuevo hospital de Cádiz -ese que nadie se cree ya- será una realidad en 2050, mientras que el Puerta del Mar, con sus parches, respirará por sus heridas. Para entonces, Tiempo Libre lucirá un enorme cartel de metacrilato, adornado con la leyenda: "Se vende". Las autovía a Chipiona y a Huelva y la Arcos-Antequera seguirán en el limbo, y nos dirán que es por nuestro bien, para frenar la avalancha de veraneantes. Los profesionales de la Justicia acudirán a San José con casco, a la espera de que la sede de la Ciudad de la Justicia se resuelva a los dados en la partida más larga. Y Valcárcel será el símbolo del abandono más visitado. Una placa rezará: "Cerrado por la desidia". Parece ciencia ficción, pero es la realidad que nos rodea y la que parece que está por venir.

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