Laurel y rosas

Juan CArlos Rodríguez

Voz que clama en el desierto

"EL 10 de febrero de 1776 se abrieron los cimientos de esta Iglesia parroquial del Sr. S. Juan Bautista, colocando la primera piedra D. Andrés del Barco, Canónigo lectoral de Cádiz, comisionado por el Ylmo. Sr. D. Fr. Tomás del Valle, Obispo de la diócesis". Con la lápida conmemorativa de la primera misa, celebrada el 24 de junio de 1814, comienza la narración de una historia, entre épica y singular: la construcción de la Iglesia Mayor de San Juan Bautista. La exposición "Vox clamantis. Arte e historia en la Iglesia Mayor de San Juan Bautista. 1814-2014", que el próximo jueves se inaugura en el Museo de Chiclana, dará testimonio de este capítulo significativo -sin duda, extraordinario- de la historia reciente de la ciudad. Participar en este proyecto expositivo ha sido apasionante, como compartir horas de trabajo e ilusión con Jesús Romero Montalbán, comisario del II Centenario de la Iglesia Mayor, con la restauradora Carmen Arias, con el padre David Gutiérrez Domínguez -al frente de la Delegación Diocesana para el Patrimonio Histórico-Artístico-, con el director del Museo, Jesús Romero Aragón, con el párroco Francisco J. Aragón Calderón. Y con tantos chiclaneros -y la lista, créanme, es afortunadamente larga- que han prestado obras o han dado su apoyo, para que, del 6 de noviembre al 12 de enero, podamos saldar algunas cuentas pendientes con la historia.

Es difícil, muy complicado -ya lo verán- elegir entre las 70 obras, entre pintura, escultura, bordados, orfebrería y manuscritos. Cada una tiene su porqué o su carga de simbolismo. Cada una de ella encierra una historia que la hace particular. Sin embargo, reunir por primera vez los dos únicos retratos existentes de Torcuato Cayón de la Vega y Torcuato José Benjumeda, los dos arquitectos que erigieron la Iglesia Mayor, se lo debíamos a ambos. Porque, por ejemplo, que el callejero no le dedique una simple calle a ninguno de los dos, expresa lo mucho que aún le tenemos que reconocer y agradecer por un monumento que sigue siendo, junto a la ermita de Santa Ana -proyecto también de Cayón-, nuestro edificio más significativo y representativo. El retrato de Cayón, que se creía perdido, lo ha perseguido Carmen Arias y el arquitecto José María Cano, hasta dar con él en la cripta de la Catedral de Cádiz, confundido con otro arquitecto, Vicente Acero. El de Benjumeda -de gran calidad- es obra de Juan Rodríguez "El Panadero", procedente del Museo de Cádiz. A la familia Solís y al Archivo Diocesano le debemos también la reunión de los siete planos de Benjumeda que se han conservado: tres de planta y cuatro de altares, dibujados entre 1786 y 1806. Es la primera vez que se exponen. De los expedientes de la Junta de Obras del Archivo Parroquial se muestran, además, distintos documentos autógrafos o firmados por el propio arquitecto, como el contrato para la cúpula, entre otros sorprendentes legajos.

Junto a ellos le debemos -literalmente, fueron mecenas y adelantaron mucho dinero que nunca se les devolvió- también homenaje a Antonio Pizano y a Nicolás de la Cruz, conde de Maule, gracias a quienes se pudo abrir al culto la Iglesia Mayor. Traer ese magnífico paisaje del pintor Franz Xavier Riedmayer, firmado en 1806, que en la exposición se rebautiza como "El conde de Maule y Antonio Pizano ante un paisaje de Chiclana de la Frontera", era obligado. Gracias a un generoso chiclanero -que lo ha adquirido y prestado a la muestra- se expone, después de seguir la pista a los dos protagonistas de ese extraordinaria pintura, de los que el hermano mayor de la Cofradía de Medinaceli, Juan Antonio Vallejo, venía tiempo sospechando que no eran el Conde de Maule y el pintor Riedmayer, sino que en vez de éste era Pizano, con su antojo en el rostro, idéntico al retrato existente en la Iglesia Mayor, que también se podrá ver cara a cara en "Vox Clamantis".

Romero Montalbán llevaba tiempo tras la pista de "Pedro José Obispo pecador", enterrado en el crucero de la Iglesia Mayor. Aunque gaditano, Pedro José Chaves de la Rosa fue rector de la Universidad de Osuna, obispo de Arequipa (Perú) y Pro-Capellán de Palacio, Limosnero Mayor del Rey y Patriarca de las Indias, aunque Fernando VII negó su nombramiento. En la hoy Fundación de Estudios Universitarios "Francisco Maldonado", del Ayuntamiento de Osuna, encontró por fin su retrato. Lo podremos ver en la exposición. Solo voy a nombrar un documento más. Imprescindible. Por primera vez se expone la copia manuscrita fechada el 31 de julio de 1916 de la bula papal que reconoce como Santos Patronos de Chiclana a la Virgen de los Remedios y a San Juan Bautista. Hasta ahora solo se conocía la versión mecanografiada. Pero "Vox clamantis" es mucho más: es -como se explica- el "testimonio de cómo una ciudad emerge de las ruinas y del fervor hacia San Juan Bautista, la voz que clama en el desierto -Vox clamantis in deserto"-, el que habla sin ser escuchado. Un culto medieval que tiene su origen en los duques de Medina Sidonia". Si van a la exposición sabrán por qué.

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