SI a Vivaldi le dicen que el cambio climático iba a terminar por transformar las épocas de calores y de fríos, de sequías y de lluvias, igual no se hubiera molestado en componer sus magníficas Cuatro estaciones. ¿Para qué -se preguntaría el músico veneciano- si al final el otoño se confunde con el verano y la primavera se convierte por unas semanas en una extensión del invierno? Ahí está la meteorología, aparentemente dando unos tumbos inexplicables, hundiendo escaparates de moda invernal y retrasando la llegada del menudo, el plato por excelencia contra el frío. Dicen, sin embargo, que ya viene el mal tiempo, que están a la vuelta de la esquina la bajada de temperaturas y las lluvias intensas. Por favor, que alguien se lo explique a Vivaldi, descolocado estos días sin saber si dedicar su gran obra a la pizza del Mamma Mía o a los apeaderos gaditanos del soterramiento. Al tiempo.
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