El ateneo de lilith

Ruth Galván

Víctimas aprendidas

LA posibilidad de convertirse en víctima de determinados delitos viene predispuesta sólo por el ambiente social en el que nos movemos y en el que nos ha tocado vivir, en algunas ocasiones a ser víctima se aprende. Todos y todas nos socializamos con roles ya determinados en la sociedad en la que vivimos, es en ella donde se definen e imponen rasgos de la identidad de la sociedad en la que vivimos, y, para sentirnos parte de la misma, actuamos con mayor o menor acierto, con mayor o menor agrado, según los parámetros dictados, parámetros no escritos, pero de tanta fuerza como una ley. ¿De dónde sacamos esos dictados que nos graban a fuego lento en la piel? Sin duda, la familia como vector de socialización informal primario es la institución que transmite los elementos culturales, y de comportamiento. Determina una forma de entender la relación hombre/mujer, esto es, las relaciones de género, convirtiéndose éste en una categoría de análisis imprescindible para comprender las instituciones sociales, ya que nos describe las desigualdades existentes en un periodo concreto en una sociedad determinada entre hombres y mujeres. De este modo, podemos apreciar que hoy día se enseña a ser víctimas de malos tratos, siendo así que mujeres que siendo protegidas y tuteladas por el Derecho, desean "perdonar" a su agresor porque consideran que le pega poco, que en el fondo la ama. Hoy leíamos en prensa que un hombre y su esposa han sido condenados por el juzgado de lo Penal 1 de Motril tras romper, de mutuo acuerdo, una orden de alejamiento que pesaba sobre él por un periodo de cuarenta meses. Las instituciones sociales chocan con las instituciones legales, el Derecho como medio de socialización formal de mayor fuerza, establece medidas que ayudan a salir de esa situación de violencia a la mujer. El problema, ¿cómo ayudar a quien en ocasiones no sabe que quiere ser ayudada? Creo que la vía de socialización jurídica pasa por la obligación a las víctimas de violencia de género de cursos que le hagan detectar donde se encuentra su dependencia respecto del hombre que la agrede. De esta manera, imponiendo no exclusivamente a los agresores medidas de formación cuando son condenados por violencia doméstica, debería regularse cursos de victimología a las mujeres que tienen una dependencia, normalmente emocional, de sus agresores. Así romperíamos, o al menos, se agrietaría ese aprendizaje de víctima. Ninguna mujer desea ser maltratada ni ser objeto de humillación, pero si le enseñan que eso es lo que ella ha de ser, y no se le explica que no debe soportar insultos, vejaciones, palizas, no aprenderá a ser una igual en derechos.

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