j.m. sánchez reyes

Verano: ahí lo llevas

La caló, el caló. Ella o él son pa echarlos. Uff, lo que hace. Flama. Una queja constante de quienes hace escasos días lamentaban un julio tan fresco. ¿En qué quedamos? El ventilador hace horas extras, las eléctricas se frotan las manos. La temperatura nocturna ayuda a los creativos o a los que se preocupan por todo. Insomnio es sinónimo de darle vueltas al coco. Para bien o para mal. Se puede aprovechar para leer o escuchar la radio, esas costumbres tan antiguas de frikis trasnochados. O para pensar qué voy a poné de comé mañana. De lo otro ni hablamos, que estamos pegajosos. Todo sobra. Las ventanas de par en par para que regresen los temores nocturnos de la infancia. Parece que se va a colar un monstruo. O una gaviota desnortada y con hambre. La piscina repleta de gente. En el agua se puede calentar una lata de fabada asturiana. Y en la playa te salta un ojo el pico de un flotador de flamenco ¿No querías verano? Po toma.

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