La justa medida del valor del aceite se conoce desde antiguo: Atenea gano Atenas gracias al olivo, dejando para la posteridad simbólica su precio incalculable. Para el imperio romano, era un bien esencial: se usaba en alimentación, pero también como combustible para las lucernas. Hispania era un tesoro, entre otras cosas, por su inmensa alacena llena de aceite. Incluso hoy día, el extranjero aún sigue siendo ese lugar libre de aceite: si lo encontramos, está dispuesto a precio abusivo en botellitas gourmet. Ese gesto nuestro, justo ese gesto -mezcla de desaprobación, pena y disgusto- ante el hecho de que los primos hermanos de los hiperbóreos (¿o no?) cocinen usando grasa animal resulta idéntico al que pondría una matrona romana ante las costumbres de esos rubios de pelo Timotei del norte más al norte. Pues, para los romanos, una de las características de todo pueblo "bárbaro" era justo esa: crecer sin olivares cerca.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios