Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Vender nieve a Helsinki

Una empresa meridional exporta cubitos de hielo al Círculo Polar Ártico

él tiene aspecto de alemán, y prototípico, un teutón de manual. De hecho, lo es por su madre, aunque resulta que ella es castaña de ojos oscuros. Es su padre quien le confirió el cabello rubicundo y los ojos claros, a pesar de ser originario del conocido barrio de la Macarena. Ayer me lo encontré al llegar al barrio a mediodía de echar la primera media peonada. Según me dijo con su habitual pasión al hablar, se había entregado desde hacía un rato a las tapas de pescaíto frito, regadas con cañitas de esa cerveza ligerísima cuyo éxito tanto extraña a algunos fuera de donde se produce y se consume con devoción lugareña (Cruzcampo, Sevilla). Venía él a pasar unas semanas de vacaciones desde el lugar adonde trabaja en una empresa bastante gaditana (de San Roque), de pronto asturiana de la mano de un fondo de inversión, pero también valenciana, abulense y -he ahí la cosa- francfortesa. Avalado por su bilingüismo de mesa de camilla, él, de hecho, emigró hace unos meses a Fráncfort, donde late el corazón financiero del BCE.

Pero su trabajo nada tiene que ver con la institución que gobierna el euro, sino con la producción de hielo, y en concreto con su almacenamiento y distribución -la logística, o sea-, asuntos clave en una industria de la que los españoles sabemos bastante por cuestiones climáticas e innegociable pasión por el frío en el beber del alternar y refrescarse. No ya la rubia, alta, fresca y coronada con espuma, sino casi cualquier otra copa con o sin alcohol. Su trabajo tiene que ver con una industria donde el know-how español es incontestable: recordarán la Crisis de los cubitos de hielo que hizo temblar las rodillas de la hostelería, las barbacoas y las paellas este verano. Se trataba, por cierto, de un asunto de encarecimiento del almacenaje, pero bueno, aquello ya pasó sin mayores desgracias. Ea, ea.

Procubitos se llama esa compañía, a la que un fondo de inversión vio la punta internacional. Tan es así que desde la capital de Hesse se provee de nieve -así llaman los castizos a las piedras de hielo- a tan gélidos parajes como Finlandia: ¿será por frío y hielo, allí en el norte-norte? Pues, sí, pero en bolsa a dos euros, no. Los caminos de los intercambios empresariales y las ventajas comparativas son inescrutables a veces, o casi. Pero allí no hay pescado: mi amigo dice que el salmón no es pescado, y el arenque en vinagre dulce, tampoco. Y bien frito con aceite de oliva, menos. Llamen ustedes cateto o chauvinista a este hombre. Pues ya somos dos. ¡Con mucha nieve ese combinado simpático, camarero, por caridad!

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