Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Vamos a contar mentiras

Un amigo solía afirmar -clavando su pupila en la de su interlocutora- que era "firme partidario de la mentira", haciendo bueno el dicho "Dime de qué presumes y te diré de qué careces", ya que era incapaz de mentir por su naturaleza, y mentía fatal cuando se lo proponía como una especie de reto personal. En realidad, él se refería a la mentira piadosa, la que se usa para no hacer daño, aunque bien puede que con la utilidad adicional de evitar que se monte un cirio por una nadería. También he conocido a algún mitómano, o sea, un tipo de trolero que llega a creerse su propias bolas: Facebook ha puesto en valor a este arquetipo. El mitómano es émulo de Jim Carrey en Liar Liar: miente compulsivamente, es la patraña la que le bombea la endorfina. Hay quien mentirá siempre si se ve arrinconado, o quien se autoengaña, o quien sólo exagera. Esta parte de la taxonomía del embuste nos debe mover a la indulgencia: faltas veniales, pecadillos de andar por la vida. Dos avemarías, y a seguir navegando en aguas falsas.

Existen mentiras que graves por los efectos que producen, o por ser inaceptables en un cargo. En la USA pre-Trump, los estadounidenses alardeaban muy protestantemente de que político que mentía, político que dimitía, aunque después dejaban que Clinton se escapara por la gatera aduciendo que su relación "impropia" con la becaria Lewinski fue un quítame allá esas pajas en el Despacho Oval: el calvinismo y la hipocresía maridan bastante bien, porque no recurren al gratuito lavadero del confesionario. Calumniar es otro pecado de los ruines, como su pariente consistente en difundir rumores falsos: es este tipo la estrella en la Fakelandia de internet. La política española vive mucho en la mentira: el trasunto de aquel "Luis, sé fuerte" de Rajoy "Yo no he hablado con Bárcenas" de Aguirre, las verdades de púlpito y asamblea que hoy se come -sin empacho- Iglesias, las del máquina de la promesa falsa, Sánchez: "Nunca pactaré con Bildu o los separatistas", "no me aliaré en la vida con Pablo Iglesias", a sabiendas de que nos cabe una pelea de perros, y disculpen la grosera, pero connotativa, expresión. Ya en el límite del esperpento, declaramos campeón de la poca vergüenza y el desahogo al concejal de Compromís en Valencia Carlos Galiana, que anteayer aprovechó la mascarilla en un acto comunitario on line para hacerse un play-back en perfecto inglés y una voz ajena, moviendo los labios tras el trapo. Como decía otro amigo que no pasaba del Good morning, cuando le preguntaban si hablaba inglés: "Yo, de inglés, la base"… de cemento armado.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios