El lío de Valcárcel comenzó hace 20 años, cuando la Junta suspende el concierto educativo y Rafael Román, a la sazón presidente de la Diputación, decide el cierre del centro. Los docentes, en lugar de seguir en la enseñanza, decidieron todos repartirse por las oficinas de Diputación. Después del 15M en el Palillero empezó la movida de Valcárcel Recuperado, que tampoco sirvió. Rafael Román propuso sacar a concurso el edificio para hacer un hotel, por lo que tuvo que tramitar un complejo expediente administrativo que se topó con el sectarismo del Ayuntamiento del PP, con Teófila Martínez y Mister Campari al frente. Como Román iba a ser el alcaldable del candidato del PSOE, el PP no consintió que Valcárcel sirviera para catapultar la candidatura socialista, motivo por el cual puso todo tipo de obstáculos para modificar el PGOU a fin de que el edificio pasase de equipamiento educativo a uso hotelero. Cuando se completó el proceso, la empresa que había ganado la concesión, Zaragoza Urbana, ya no tenía interés en el proyecto, castigados por el derrumbe de la economía que provocó la crisis del ladrillo. Con el tiempo surgió la idea de trasladar allí Ciencias de la Educación, para lo que parecía que había consenso entre la Universidad y los partidos. Solo lo parecía. Susana Díaz, poco antes de perder las elecciones, encargó un proyecto que incluía instalaciones deportivas en el Campo de las Balas y un pequeño hotel en lo que fueron las pistas de deporte de Valcárcel. Cuando llegó #JUANMALOHARÍA se olvidó del asunto, en manos de Ana Mestre que lleva tres años y medio dando respuestas soberbias y desagradables a cada pregunta sobre el tema. Ni un solo euro de la Junta, competente en materia de universidades, ni de los fondos europeos. Encima hay que soportar los desplantes de la candidata Ana Mestre, que nos perdona la vida cada cinco minutos, como si ella fuera una grandísima gestora, cuando solo se le conoce su paso como concejala de Cádiz donde la cobijó Teófila Martínez siendo natural y vecina de Jerez. Tenemos que soportar su chulería, entran ganas de preguntarle "¿qué se debe?". Menos mal que Antonio Sanz ha dicho algo sensato: al ser un proyecto de ciudad, pongámonos todos de acuerdo. Estaría bien que la Diputación pudiera aportar financiación, que la UCA pusiese algo del remanente de sus propios fondos, que el Ayuntamiento se implique con alguna de las obras de menor relieve y que el grueso del dinero lo ponga la Junta, aunque sea en fases. Empezar ya la obra, aunque dure varios años. Es lamentable la imagen del frente de La Caleta entre Valcárcel y la antigua Escuela de Náutica. Aparte del mamarracho de la pancarta de La Vieja del Visillo.