La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

¿Va Cs tras los pasos del PA?

Lo tienen todo para estar en crisis: debilidad orgánica, liderazgo cuestionado, división en bloques y lucha de poder

El Partido Andalucista resistió numerosos fracasos electorales y crisis sucesivas -especialmente las que provocó la guerra cainita entre sus dos máximos referentes, Rojas-Marcos y Pacheco- , pero sucumbió cuando tocó poder autonómico. Estuvo ocho años cogobernando con el PSOE y ya no se recuperó nunca más de la experiencia. Una paradoja. El socialismo lo domesticó y lo fagocitó.

Una de las razones fue que el Partido Andalucista, antes Partido Socialista de Andalucía y aún antes Compromiso Político, nunca logró la implantación territorial necesaria para ser un auténtico partido andaluz, ni se introdujo en el tejido social de media Andalucía ni respondió a un estado de conciencia de los andaluces (salvo el 28-F, rápidamente instrumentado por el PSOE). A Ciudadanos le puede estar pasando ahora lo mismo con respecto al PP.

Gobiernan juntos en la Junta de Andalucía, pero son los populares los que están rentabilizando mayormente la gestión. Ocurre, otra vez, que el PP es un verdadero partido organizado y compacto, con influencia y estructuras en toda la comunidad autónoma, y Ciudadanos no deja de ser un grupo de aficionados entusiastas sin mucha sustancia ideológica y mal avenidos. Lo tienen todo para estar en crisis: debilidad orgánica, liderazgo cuestionado, división en bloques y mensajes contradictorios a la opinión pública.

Esta semana hasta se ha pedido el cese del portavoz parlamentario. El vicepresidente de la Junta, Juan Marín, y el senador y anterior secretario de Organización de Cs a nivel nacional, Fran Hervías, se odian nada cordialmente. El partido bate todos los récords en materia de nombramientos fallidos de altos cargos, incluyendo procesados y condenados (fruto de la bisoñez y la falta de cantera). Marín protagonizó una remodelación del Gobierno autonómico nefasta: la anunció antes de haberla pactado con el PP y acabó impulsando un cambio que aumentó el poder de los populares a costa de reducir el de sus enemigos internos (particularmente, de la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz). Y todo es por una pura lucha de poder, lo que el electorado menos perdona. Se trata de ver quién puede colocar a más gente: otro mensaje negativo.

Si se suma a todo ello el arrastre aún no superado de la debacle de Albert Rivera, el resultado es previsible: Cs, aun gobernando, va camino de sacar menos votos en Andalucía que Vox y pasar de socio de gobierno a bisagrita más bien prescindible.

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