Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Juan Marín, Maquiavelo de la Marisma, decidió reunirse con Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo en el bar de la estación de tren de Jerez de la Frontera, por donde pasa media humanidad y más en Navidad. No parece el escenario propicio para tener una reunión sesuda y delicada. Hay, por tanto, que concluir que el maquiavelo marismeño pretendía, sobre todo, que esa reunión fuese fotografiada y que la comentásemos con profusión. ¿Por qué?

En la versión doblada han dicho que se trataba de buscarle un sitio a Vox en la mesa, lo que, en principio, resulta abracadabrante, porque para sentar a Vox en la mesa sólo tienen que hacerle sitio el PP y C's en el pacto de los transgénicos (sic) que ya tienen firmado y para el que, además, ojo, necesitan a Vox sin remedio. Juntemos los hechos: 1-reunión; 2- en la esquina más incómoda y concurrida; y 3- con una excusa que hace de acusación manifiesta. A esos hechos, que son la única versión original de lo que ocurrió, no queda más remedio que ponerles subtítulos.

La primera interpretación es que C's está dispuesto a alargar su cordón sanitario a Vox hasta la extrema izquierda. Eso, antes que nada, sería un favor electoral a Vox como la copa de un pino (de la Marisma). Lo mejor que le podría pasar al partido de Abascal es verse libre de la obligación moral de sostener con sus votos un gobierno de PP y C's tan alejado de su programa. Sin embargo, no encaja: ¿para qué necesita Marín convencer a Teresa Rodríguez de que le haga el vacío a Vox, si va de suyo?

En realidad, nuestro maquiavelo autóctono necesita la foto con Podemos para seguir siendo de centro cuando pacte con Vox. Ha abierto primero el campo de juego por la izquierda extrema, que C's tenía cerrado, para que, cuando reciba los votos de la derecha sin ambages, el abanico ideológico esté expandido como la cola de un pavo real; y Albert Rivera siga simétricamente en el centro.

Nada acercó más el acuerdo con Vox que la reunión de C's con Podemos. Mi única duda es cómo se prestaron Rodríguez y Maíllo a esa operación de blanqueo centrista de los naranjas. La indignación de Vox también se presta a los intereses de C's. Y todavía más: el efecto sorpresa de encontrarse con el pacto encima de la mesa in extremis, cuando ya se daban por despreciados, puede hacer que Vox entregue sus votos sin pedir ninguna contraprestación programática. Marín quiere sacar petróleo de su pase de fotos.

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