Untamientos en peligro

Los martes son días de zurrapa blanca, igual que cuando era chico los martes eran días de lentejas

Decía el eminente desayunólogo Arthur Jonkolester: "Igual que el cemento es el que une los ladrillos para que no se caiga el mundo, la manteca es la que alimenta los amaneceres para que el resto del día se mantenga en pie".

Una de las cosas que nunca le perdonaré al coronavirus es que esté poniendo en peligro la práctica del untamiento en los desayunos españoles. No había mayor placer que desayunar en una venta y que te pusieran un cuenco del tamaño de un frutero y tú metieras ahí el cuchillo enfoscador como el que mete un cucharón en una tinaja de aceitunas.

Esta mañana fui a tomar un desayuno en una venta. Hacía un solecito agradable y se apetecía un molletazo, que es como un sol pero en panaero. Así que me pedí molletazo. ¿Medio?, me dijo el camarero? Y yo le dije… entero… en cuestión de molletes no hay que andarse con medianías.

El hombre me cantó el catálogo de untamientos que tenían: zurrapa de lomo, zurrapa de hígado, manteca colorá, manteca blanca, mantequilla, paté ibérico… y como a desgana, como por si acaso, me dijo también… y pavo en fiambre. Afortunadamente no cometió la ordinariez de ofrecerme unas rodajas de aguacate, un mal que está empezando a enfermar gravemente los desayunos de España.

Elegí zurrapa blanca. Los martes son días de zurrapa blanca, igual que cuando era chico los martes eran días de lentejas. Al poco tiempo el camarero se coló con la 'primera anomalía desayunística': el cuchillo enfoscador, para garantizar que está libre de virus, venía como enmomiao: cubierto por una servilleta blanca y luego, él y la servilleta, perfectamente recubierto con papel film… muy aséptico, pero la verdad es que ya aquello no te seducía el untamiento.

Pero era lógico tanta protección porque allí había poco que untar. La manteca blanca, más llena de tropezones que una calle de adoquines, venía en una tarrina de plástico esmirría que no daba ni para entrenar el cuchillo. Al mollete, al verse tan poco untado, le faltó poco para echarse a llorar y aquello más que un enfoscao fue una capa de perlita.

La asepsia está terminando con los untamientos y eso es otro problema que está generando el coronavirus. Esperemos que la cosa quede ahí y no nos dé también por trasladar la asepsia a los churros, porque un churro envasado en papel transparente es que ya me provocaría una depresión desayunista de la que no me repongo en varios lustros.

Moderna, por tu madre, aligérate con la vacuna.

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