Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Cuarto de Muestras

Umbral

Me hubiese gustado que Umbral hubiera muerto de viejo y escribiendo artículos

En septiembre hay quien se compra fascículos o se apunta al gimnasio, o se pone a régimen. Yo renuevo mis votos literarios. Para no caer en la pereza y el desánimo rebusco en los escritores de columnas a los que admiro a ver si soy capaz de rascar algo, pero nada. Me falta la chispa de Camba, la serenidad de Pemán, la agudeza de Ruano, la nostalgia de Umbral.

Si yo pudiera mudar la piel literaria como las serpientes, en verano escribiría como Camba, agarrándome a una tontería para reflexionar con humor sobre lo importante; en invierno me refugiaría en Pemán, que tenía la extraña virtud de ver en lo cotidiano los cimientos de la vida; en primavera recurriría a Ruano que es capaz de volver a nacer y a contradecirse en cada artículo las veces que hagan falta. Pero para el otoño, la estación de la nostalgia, me abrazaría para siempre a Umbral, a sus desmanes y a su fragilidad, a veces retórico y excesivo, a veces certero y punzante como nadie.

Hace unos días se cumplieron diez años de la muerte de Umbral. Por encima de sus novelas (la mayoría sin demasiado valor) y de su personaje histriónico (caparazón de sus múltiples heridas) se mantiene vivo como escritor de periódicos, como articulista, como seductor que dejaba cada día por escrito lo mejor de sí mismo. El inventó el artículo proustiano y así cada tarde se merendaba una magdalena para desentrañar en su niñez triste la explicación de cuánto veía. A pesar de sus múltiples virtudes tiene la desgracia de haber creado una legión de imitadores que pueblan los periódicos de artículos cursis que no llegan jamás a su calidad literaria y a su profundidad. Y es que para escribir a lo Umbral hace falta además mala leche, más difícil aún de encontrar que la voz propia.

Me hubiese gustado que Umbral hubiera muerto de viejo y escribiendo artículos. Me pregunto qué diría del problemón catalán, de los podemitas, de la corrupción, de Letizia, de Trump; qué diría sobre todo de Rajoy al que tantas flores echó en sus primeras intervenciones parlamentarias, hoy tan quieto y tan temerario ante lo que se avecina. Qué diría de nosotros.

Me hubiese gustado verle con su melena blanca cada vez más frágil, sus enormes gafas y su bufanda roja de friolero empedernido adentrarse en este otoño tan desconcertante para España, tan doloroso para Cataluña, tan disparatado para el mundo; en este otoño igual a todos y tan distinto en su ausencia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios