NO ha sido precisamente oportuno el Gobierno andaluz al modificar los criterios para otorgar subvenciones dedicadas a la orientación laboral, cambiando los que se utilizaban desde 2007 con un resultado fundamental: el cambio ha favorecido a la Unión General de Trabajadores, que recibirá cuatro millones de euros para el desarrollo de dichos planes, en detrimento de ayuntamientos, diputaciones y mancomunidades. Y no lo ha sido por el escándalo en que está envuelta la central socialista, a la que la propia Junta de Andalucía ha exigido la devolución de determinadas ayudas no justificadas mientas revisa numerosos expedientes relativos a otras subvenciones. En realidad, todos los dirigentes de UGT Andalucía durante los últimos años están siendo cuestionados en relación con el manejo de fondos millonarios procedentes del poder político autonómico: por el propio Ejecutivo andaluz, por instancias judiciales que reciben denuncias de uso ilegítimo de tales fondos y por una opinión pública estupefacta e indignada por las presuntas irregularidades cometidas por la cúpula sindical. La gravedad de las acusaciones y la constatación de que el sindicato no se encuentra en condiciones de desmentirlas ha provocado la dimisión de su secretario regional, Francisco Fernández Sevilla, cuando llevaba apenas siete meses en el cargo. El peligro de esta asunción de responsabilidades es su carácter individual. Aunque ya se ha convocado un comité extraordinario de UGT-A para enero, los primeros pasos dados por la Ejecutiva que había nucleado Fernández Sevilla parecen orientarse hacia la continuidad en sus cargos, procediéndose únicamente a la sustitución del dimisionario, que vendría a constiturse en única víctima del escándalo. El hecho de que las irregularidades presuntamente cometidas hayan tenido lugar durante años y obedeciendo a una planificación consciente del uso ilegítimo de los fondos públicos obliga a un cambio radical de las estructuras del sindicato. Eso implica una auténtica catarsis vehiculada a través de un congreso extraordinario que renueve la dirección y cambie los planteamientos ugetistas. El ex presidente de la Junta Manuel Chaves, que en otro tiempo fue un destacado líder de UGT, ha sido claro al respecto: la central sindical necesita aclarar "absolutamente todo" y adoptar todos los cambios necesarios para tratar de recuperar el prestigio que ha sido dilapidado por su sistema de financiación. UGT Andalucía está emplazada a llegar hasta el fondo para esclarecer su actuación y a renovarse para volver a ser un instrumento legítimo, eficaz y ético de defensa de los trabajadores. Cualquier otra perspectiva está condenada al fracaso.

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