Yo te digo mi verdad

Trump podemita

La idea consiste en repetir que Trump es prácticamente un trasunto del peligro socialcomunista

Es curioso que la primera reacción de muchos (demasiados, diría yo) tras el intento de subversión ultraderechista dirigido por Donald Trump contra su propio parlamento haya sido señalar al Gobierno español actual, y sobre todo a su componente más izquierdista. Señal inequívoca de que la realidad ha dejado de existir definitivamente y de que casi todos están (pre)dispuestos a mantener entre la verdad y su mirada el color del cristal conveniente.

Hay que dejar clara la censura absoluta a quienes defendieron el antidemocrático asedio violento al Parlament, que no era más que un ataque a la voluntad popular que había elegido a esos diputados. Del mismo modo, habrá que decir que no reveló mucho espíritu democrático aquella exaltada pataleta ultraizquierdista por la formación de gobierno derechista en Andalucía y el apoyo imprescindible de Vox. Pero digo yo que la analogía habría que hacerla en estos momentos entre los que en los Estados Unidos califican de ilegítima la victoria de los demócratas y los que aquí se empeñan en asegurar lo mismo del gobierno de Pedro Sánchez desde el principio, y llaman a la rebelión por medidas como las restrictivas tomadas contra la pandemia, por ejemplo. Por no hablar del famoso manifiesto de algunos militares retirados, alguno de los cuales invocaba el siniestro método del "fusilamiento".

Pero no. La idea consiste en repetir que Trump es prácticamente un trasunto del peligro socialcomunista y, ya que los extremos se tocan, el peligro en España viene del actual presidente del Gobierno y de sus socios, esos radicales, separatistas y filoetarras que conformarían una nueva versión del "contubernio judeomasónico" que durante décadas conspiró contra nuestra gran nación. Es admirable la capacidad del ser humano para arrimar el agua a su molino, bien sea este el de los intereses propios o el de la concepción particular que tenemos del mundo.

Si no fuera por mi natural tendencia a no ofender a nadie en lo personal, me atrevería a decir que esos argumentos son algo más que rebuscados y que rayan en lo ridículo, como un 'no bajarse del burro' ni siquiera cuando este no quiere andar. Pero como estos artículos no responden más que a "mi verdad", diré que simplemente me parecen algo perezosos, y tal vez propiciados por lo extraño de estos tiempos que nos han tocado. O al mismo 'empacho' que ha llevado al mismísimo Iñaki Gabilondo a retirarse de opinar.

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